La leyenda insiste

por Mónica Muñoz

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Triángulo significante y mapa que nos contiene. Venado Tuerto

como lugar nacido en las leyendas, ese vasto modo de representación de nuestros originarios. La pregunta por el origen sensibiliza, moviliza recuerdos, abre puertas. Mueve voces. Trae restos de aquella cultura aborigen que habitaba la pampa durante el siglo XVIII y gran parte del siglo XIX. Voces recuperadas por el ansia de los descendientes, de investigadores, escritores y narradores. Un gran río serpentea la historia oficial, la parte, abre un ojo por donde mirar. Funda nuevas miradas para pensar las raíces.

En el desierto pampa argentina las fronteras eran lábiles, indisciplinadas. Las distancias se confundían ante el ojo inexperto y las líneas de fortines fueron las marcas de los wincas ( rankulche) en su lucha para apropiarse de las tierras de los indígenas. Las lagunas oficiaban de lugar y señal. Indicadores para referenciarse. En nuestro caso, Trawma truli (rankulche) era el nombre de una laguna importante que, en lengua castellana, se traduce como “tuerto venado” o “venado tuerto”.

Gracias a la profunda investigación del Profesor Norberto Mollo sobre la toponimia indígena de la zona, sabemos que:

a) «antes de 1804 la laguna era conocida como ‘Traumatrull’ (Tuerto Venado) o Toros Muertos», según consta en un parte redactado para el Establecimiento de Fuertes en Frontera, obrante en el Archivo Histórico de Córdoba.

b) era una Junta de Guerra la que analizó la posibilidad de fortificar la laguna de los Toros Muertos o Trawma Truli.

c) en 1806, el expedicionario chileno Luis de la Cruz habría tomado conocimiento de la existencia de una laguna de agua dulce llamada Laguna del Toro muerto.

d) en el análisis efectuado por el investigador Roberto Landaburu, se hace referencia a la existencia de una nota del Coronel Cruz Gorordo al General Bartolomé Mitre, fechada 17 de agosto de 1855, en la que da cuenta de las acciones en relación a la frontera y menciona «los campos del Venado Tuerto». También cita los dichos del periodista Leoncio de la Barrera, en un reportaje de los años 30 a Andrés Turner, sobre la existencia de una laguna llamada “Tuerto Venao”.

e) la leyenda del venadito, recogida en un testimonio del periodista Leoncio de la Barrera, relata la presentación en Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe de una moción para cambiar el nombre de la ciudad. Dicho pedido lo realizó el diputado provincial Ramón Lucero el 28 de agosto de 1895 y en su discurso cuenta la advertencia que recibiera, mientras recorría los campos haciendo política, sobre la posible aparición del fantasma de un venado tuerto:

«Señor, me contaba mi padre, veterano del Fortín de Melincué, que en estos parajes pastaba un venado, por más señas, tuerto, que cada vez que desaparecía era el aviso seguro de la proximidad del malón, y agregaba que era tan amigo de los soldados que en las persecuciones al salvaje los guiaba, llevándolos por campo de buenos pastos y agua… Pero un buen día lo encontraron carneado, creyéndose que fueron los indios. Y desde entonces se aparece por acá, mirando bravíamente a los que desconoce del pago, con su único ojo colorado y como si lanzara por él chispas de fuego».

f) lo reseñado por Eduardo Huhn en 1933 sobre la leyenda del venado tuerto, según Mollo (2017), con algunas diferencias, corrobora su existencia y, además, atribuye el descubrimiento de la leyenda a Eduardo Casey, propietario de las tierras luego de que finalizara la Conquista del Desierto, quien también habría tomado la decisión de fundar el lugar nombrándolo como “Venado Tuerto”.

La investigación de Mollo (2017) tiene el mérito de, por un lado, incluir la versión de Schoo Lastra, en la Lanza Rota, sobre la existencia de un hombre sin mujer, de pocas palabras, al que llamaban “Tuerto Venado”: “Verá patrón: es un cristiano tuerto porque le falta un ojo y venado porque así son llamados los hombres como él, que nunca conocieron mujer”; y, conjuntamente, dar lugar a la controversia que surge con el trabajo del Profesor Fernando Cuello, quien pone en evidencia que  Schoo Lastra no pudo ser testigo de lo que refiere, pero nombra al Teniente Coronel Pablo Vargas “que quizá relatara esta versión sobre el origen del nombre”.

En este entrevero de lenguas y discursos, la leyenda insiste. Cada vez que los habitantes de la ciudad deben explicar las razones del nombre, inevitablemente se refieren a ella en cualquiera de sus versiones. En este punto, viene a cuento aclarar que la organización discursiva verbal ranquelina diferenciaba cinco tipos de relatos, uno de ellos denominado ngütram, que es el que contiene información con valor histórico, en la que pueden entrelazarse elementos míticos de impreciso origen, pero contados y vividos como reales (Cabral, 2013).

La leyenda insiste. Funda una narrativa entreverada, que cabalga entre varios campos discursivos: lingüístico, historiográfico, de guerra, geográfico, político, económico y literario, pero, sin lugar a dudas, es el literario el que aporta mayor significación, el que da cuenta de todos ellos. Como diría Nicolás Rosa, «a la postre todo deviene letra, todo literatura». Podemos pensar la literatura como la manera que una comunidad elige para narrarse. Para respirar.

La leyenda insiste en nuestra lengua castellana, gana un lugar, pero se gestó en otra lengua. En otro mundo de pensamiento. El mundo y la lengua de los pueblos originarios. La dupla civilización y barbarie se revela en el lenguaje y la lucha es entreverada. La mayoría de las acciones civilizatorias, desde la conquista de América al presente,  han tenido la dominación como intención primaria en todas sus acciones. No es materia de esta introducción avanzar en ese terreno, por demás conocido, pero sí es importante considerar que esta dominación se dio en el lenguaje. Prueba evidente de ello son los diccionarios elaborados y publicados por Rosas y Mitre, descartados por el rigor académico, pero que en su momento cumplieron una importante función como herramientas de dominación (David, 2013).

La leyenda insiste -¿busca?- y esto se verifica tanto en la oralidad como en la producción escrita de investigadores y literatos en todos los tiempos.  ¿Qué busca? Ésta es la pregunta que enlazará nuestra actual deriva de lecturas y escrituras. En el entrevero de saberes cultos y profanos, de voces antiguas y presentes, en esa tensión ineludible, por la línea de un interrogante permanente, caminaremos haciendo literatura o, si contemplamos la idea de literatura antes enunciada: Respiraremos.

Respiremos. Hagamos literatura. Trafiquemos sentidos. Admitamos la necesidad de buscar luz en el pasado para iluminar nuestra contemporaneidad. Como en el poema de Osip Mandel, trabajado por Agamben (2012) :

Mi siglo, mi fiera, ¿quién podrá

mirarte dentro de los ojos

y soldar con su sangre

las vértebras de dos siglos?

Seamos como nuestros lenguaraces, primeros traductores autóctonos que nos demuestran que la lengua no es frontera.

Literaturicemos.

Moni Muñoz

Imagen y fragmentos:

La vuelta del malón

Della Valle, Ángel

(Argentina, Buenos Aires, 1852 – Argentina, Buenos Aires, 1903)

1892. Óleo sobre tela, 186,5 x 292 cm. Museo Nacional de Bellas Artes

BIBLIOGRAFIA

AGAMBEN, G. 2012. ¿Qué es lo contemporáneo? http:etsamdoctorado.files.wordpress.com/2012/12/agamben-que-es-lo-contemporáneo.pdf

CABRAL, D. y otros. 2013. Curso de Ranquel. Universidad Nacional de La Pampa. Santa Rosa.

DAVID, G. 2013. Estudio preliminar y selección, en Lenguaraces egregios: Rosas, Mitre, Perón y las lenguas indígenas . Biblioteca Nacional. Museo del libro de la lengua. Buenos Aires.

MOLLO, N. 2017. Toponimia indígena. Sur de Córdoba, sur de San Luis y sur de Santa Fe. UniRio. Río Cuarto.

ROSA, N.1999. Usos de la literatura. Tirant lo blanch libros. Universitat de Valencia. Valencia.

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