Narcolepsia o la máscara asesina

Por la Dra. Randa Jebrouni , Universidad Abdelmalek Essaadi

Entrevista a Ahmed Oubali

Acabo de leer Narcolepsia de Ahmed Oubali, fundador del thriller psicológico en Marruecos1: El libro compila cuatro relatos de suspense2 tal como lo definen los especialistas del género, con una diferencia fundamental: el autor los ubica en un ambiente totalmente diferente, el hispano marroquí, lo que evita repetir los clichés del noir clásico y da a la obra un colorido auténtico, muy original que nos conmueve y atrapa por un estilo personal inconfundible.

El enfoque que hace Oubali de las escenas de angustia y suspense, violencia y erotismo es, como ya lo han dicho sus críticos, de tipo impresionista, en el sentido artístico de la palabra, elaborado con viveza impactante y expresado en un lenguaje claro,  directo y comprensible, muy bien reforzado, como en sus demás libros, por las técnicas narrativas de dicho género que el autor sabe utilizar cual prestidigitador, con esa prosa suya ágil y concisa, escrita con sencillez y estructurada sin tapujos ni detalles superfluos. Lo típico de la literatura de evasión que nos engancha e invita a pasar unos momentos relajantes, después de múltiples emociones. Todos estos elementos los encuentro en Narcolepsia, otra valiosa pieza de arte añadida a la pequeña, pero en sorprendente expansión, biblioteca de la LMLE. Con esto, el autor ha conseguido hacerse un hueco en la novela negra internacional y está muy claro que el éxito logrado por sus primeros libros ha hecho que sus lectores nos quedemos atrapados y cautivados por los temas que trata, no solo a nivel regional, sino también internacional, como bien lo ilustra, entre muchos de sus relatos, «La muerte también baila en Málaga»3.

Le llamé para felicitarle y pedirle algunas aclaraciones  suplementarias sobre la obra.

RJAhmed Oubali, gracias por concederme esta entrevista. Tu cuarto libro, ya en venta en varias librerías, ha suscitado bastante interés entre nosotros y, como acabo de leerlo, he anotado algunas preguntas  que quisiera que me esclarecieses.

AO—Muy amable, doctora Randa. Un placer volver a hablar contigo, después de tanto tiempo.

RJ—Lo mismo te digo. Sé que ya tienes concedidas varias entrevistas4 y que empezaste a publicar tus relatos en suplementos de periódicos desde 1993 y que recopilaste algunos luego en un libro editado y publicado por la Diputación de Cádiz5, así que no te preguntaré sobre lo que ya se sabe.

¿Recuerdas cuál fue tu primer relato escrito y publicado?

AO—Escribí muchos, pero por diferentes razones solo publiqué dos: “El diablo de las Hespérides” y “Venganza seropositiva”, que pueden leerse por separado en internet6.

RJ—Los he leído y se me pone la carne de gallina con solo recordar sus tramas. Volviendo a Narcolepsia, mis preguntas abordarán dos temas, dos ejes: ¿cómo “fabricas” tus relatos y, al hacerlo,  en qué te inspiras?

AO—De acuerdo. Vayamos por partes, como diría Jack el destripador.

RJ—Muy gracioso el juego de palabras y muy macabro a la vez. Sé las diferencias que hay entre las novelas policíaca y negra, pero dame una que tú aplicas en tu escritura.

AO—Lo expliqué en un estudio que dediqué a Agatha Christie7: la primera se centra exclusivamente en la resolución de un enigma, transformando así la trama en un juego intelectual entre el autor y el lector, y la segunda describe el contexto en que se da ese enigma, enfocando las acciones violentas y los disturbios sociales.

RJ—Sé que has participado en la Primera Jornada de Novela Negra en San Roque donde presentaste tu primer libro8, ¿qué ha supuesto este prestigioso encuentro para ti?

AO—Para mí significó una gran experiencia y fue también una sorpresa muy agradable, llena de motivación, pues tuve el privilegio y el placer de saludar a famosos escritores y descubrir sus obras. Disfruté al máximo, porque más allá del propio evento literario, conocí a gente maravillosa.

Ahmed Oubali Blogspot

RJ—Dicen que el éxito de la novela negra, más que la policial, aumenta cada vez más entre los lectores, ¿a qué crees que es debido?

AO—Hay muchas razones. Una novela de enigma de 300 o 400 páginas, incluso si es un relato corto, termina aburriendo al lector que, a la larga, pierde el hilo de la interminable investigación intelectual y por consiguiente, el interés. En cambio, la novela negra presenta muchos incentivos  y  cebos  a  todos  los  niveles,  desde  el  argumento  hasta el desenlace, incluyendo la intriga, los personajes y una relativa complejidad narrativa. Además de las emociones que causa en el lector, describe con más amplitud y profundidad la maldad humana y sus acciones.

RJ—Bien. Tratemos ahora algunos puntos particulares. He notado que gran parte de las acciones se desarrollan en las afueras de la ciudad, en campo raso: ¿es ello pura casualidad o se debe a una estrategia narrativa?

AO—Tu observación es muy sagaz. Mi intención de ubicar la trama en espacios rurales es preponderantemente premeditada: me inspiro en  la teoría del «Country noir» o «rural noir» que es una variante del género negro. Autores como Faulkner o Jim Thompson ambientaron ya algunas de sus novelas en paisajes campestres. A mí me impactó mucho El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain (1934) que, por ser mi autor preferido, imito en muchos de mis relatos.

RJ—¡Ah! Sí. He leído la novela y vi también la película protagonizada por Jack Nicholson y Jessica Lange. Una verdadera y pura joya del noir. Un triángulo amoroso y perverso, tenso y erótico que acaba en asesinato, ubicado en un pequeño pueblo de California. Te entiendo cuando reconoces que aplicas las técnicas narrativas de este autor.

El cartero siempre llama dos veces, James M. Cain - Cultura Noir

AO—Yo no oculto mis fuentes de inspiración, que son muchas. En Marruecos tenemos a Dris Chraibi con su Une enquête au pays (1981) ambientada también en una pequeña aldea del Alto Atlas donde dos policías investigan un caso, aunque no creo que sea un noir rural porque, como es habitual en nuestros escritores, el autor colorea la trama con insistentes reflexiones ideológicas de denuncia y crítica social, adulterando así la función básica de la literatura que es el entretenimiento que proporciona la ficción, además de los elementos estéticos y afectivos que ésta ofrece al lector. Con la literatura panfletaria, muchos autores buscan solo fama y promoción, a cambio de esa supuesta crítica social.

RJ—Pero, ya que lo dices, en tus relatos hay también una sulfúrica crítica social. Por ejemplo, en «Tánger tiene mil ojos» evocas al General Franco, la Gestapo, describes lugares reales y concretos de la ciudad, el ambiente pintoresco del Tánger bajo Protectorado español. Citas periódicos de la época, dices que la Biblia es una pura ficción, etc. ¿Cómo lo explicas, tú que defiendes la ficcionalidad total de la literatura, condenando el compromiso social?

AO—Esto puede inducir a confusión, en efecto. Te lo recuerdo porque enseñas también teoría de la literatura: todos estos elementos que fingen ser reales constituyen lo que Bajtín llama «Cronotopos» que, como sabes, es la unión de elementos espaciotemporales que instala el autor en su novela para dar verosimilitud a la trama y captar así el interés del lector. Sin el cronotopos, éste no entendería nada de la historia. En una novela todo es falso y mentiroso: un perro no muerde realmente, una bala no mata, un beso o un escarceo sexual son solo de papel, los personajes son palabras, los lugares, sustantivos y adverbios… En cuanto a la crítica de la religión, son los personajes y no el narrador que, al dialogar, citan referencias conocidas.

RJ—De acuerdo. Volviendo a mi pregunta de antes: ¿qué función tiene pues el ubicar un relato en el campo?

AO—Se intensifica, triplicándola, la tensión psicológica y la atmósfera de angustia y suspense en que están inmersos los personajes y el lector mismo. Por ejemplo, el secuestro y la violación de una niña de trece años por un viejo psicópata9 impactan más si se llevan a cabo en una remota e incomunicada aldea que en una ciudad. Tanto la agorafobia (espacio de la persecución y caza de la víctima) como la claustrofobia (espacio del acto criminal) refuerzan al máximo esa tensión.

RJ—He observado algo peculiarmente admirable. Hay pasajes donde haces descripciones científicas que requieren conocimientos de expertos y especialistas. Me refiero a la medicina forense, al proceso judicial,  la pericia psiquiátrica, etc. ¿Qué grado de dificultad supone esto en tu labor de creación?

AO—No muy grande, por dos razones: mi lectura de los  grandes clásicos me dotó de un amplio vocabulario criminológico y, siendo mis relatos cortos, las descripciones que doy son siempre breves y sin detalles superfluos. Pero esto no quiere decir que no me documento. Al revés. Me transformo en un detective intelectual o en un periodista. Busco siempre asesoramiento para meterme en la piel de un inspector, un abogado, un psiquiatra, un asesino, una prostituta. Un niño en las garras de su verdugo. Un piloto de avión o de barco en peligro de muerte. Hay escritores que narran historias policiales omitiendo este aspecto científico inherente al género. Creo que eso es defraudar al lector y dejar de ser un autor honesto.

RJ—Hay otro registro narrativo que quiero que me aclares: tratándose de novela negra, la violencia es explícitamente enfocada bajo todas sus formas, hachazos, desgarros, puñaladas profundas en la espalda y el corazón, sangre por doquier, cuerpos descuartizados, sin embargo, en tus libros estas escenas nauseabundas son furtivamente evocadas o descritas con discreción y elegancia, como si quisieras eximir al lector de estas repugnantes escenas. ¿Cómo lo explicas?

AO—La crueldad explícita impacta más si es sugerida y mostrada con delicadeza que descripta y explicada con detalles. Recuerda que mis thrillers son psicológicos, es decir, los temas dolorosos que evoco son imágenes y solo adquieren sentido en la mente del lector. Por ejemplo, el tema de la inminente e inevitable violación de la niña citada planea y flota en todo el relato, desde el inicio hasta el final, donde el lector descubre la verdad… No diré si tal violación ocurrió o no. Lo dejo en suspense. Pero lo que programé como objetivo se realiza sin fallos: hacer que el lector viva la misma situación de angustia que la víctima, o al menos, la imagine.

RJ—Tuve la percepción, en efecto, de que piensas en cine cuando describes estas escenas, ¿me equivoco?

AO—Tienes razón. El cine siempre me ha fascinado, desde niño. Y creo que eso justifica que yo tenga una memoria visual y que piense  en imágenes cuando escribo. La imagen semiotiza la emoción y la hace más viva, más cercana, más penetrante.

RJ—A este respecto, he notado repetidas fluctuaciones en la puntuación del texto, ¿es esto deliberado?

AO—En efecto. Verás, la gramática «encarcela  cruelmente», si me permites usar esta expresión, la realidad que quiero expresar. Si violo a menudo las reglas de la puntuación, es para intentar traducir fielmente las emociones y las pasiones que embargan a los personajes. En cambio, si lees mis ensayos, notarás que esto no ocurre porque son textos académicos y obedecen a normas establecidas. Te voy a dar un ejemplo simple: en  caso de lesiones penetrantes causadas por estrangulamiento o apuñalamiento, utilizo dos descripciones totalmente diferentes, la del forense y la del narrador. La primera obedecerá inexorablemente a la gramática, como en los manuales de medicina; la segunda, al ritmo y a la violencia con que actúa el agresor. Aquí, como en el agujero negro, las leyes de la puntuación dejan de funcionar «normalmente». Basta un verbo o un adverbio para constituir una frase, describir un ambiente. Poner voluntariamente  una coma o un punto donde no se debe, ayuda a intensificar el enfoque y trastornar la percepción espaciotemporal del lector. Porque  contrariamente a los sentimientos, las emociones distorsionan los signos lingüísticos. Hay sacudidas, dolor, apnea obstructiva, sollozos, risas, taquicardia.

RJ—¿Quieres decir que hay diferencia narrativa entre estos estados de ánimo?

AO—Por supuesto. Yo me esmero mucho en separarlos a la hora de describirlos.

RJ—¿En qué radica esa diferencia?

AO—En un matiz sutil. Aprendí mucho en el estudio que dediqué a Spinoza10. Por ser breve, el sentimiento se concretiza como resultante de una emoción dada. Un ejemplo: la alegría puede desencadenar sentimientos conscientes diversos de amor, sosiego, cariño, felicidad, bienestar, etc. La emoción es directa, abrupta, sincera; el sentimiento es consciente, calculado, manipulable. Los sentimientos se describen más en novelas románticas y las emociones, en las policíacas, pero hablo generalmente, claro.

RJ—Otra de las características de tu escritura es el humor negro. ¿Cuál es tu fuente de inspiración y qué importancia le das?

AO—No es un rasgo distintivo de la novela negra, pero yo lo uso en acciones precisas que lo requieren, por ejemplo, al describir el tono sarcástico o satírico de un personaje ante un hecho serio, una situación de compasión o piedad, al describir bromas e ironías hechas sobre temas sagrados o tabúes, etc. Pero utilizo también el humor coloquial en otras situaciones alegres, donde la gente baila, ríe, ama, se divierte. El humor es fundamental en la vida y en la ficción. Éstas no están hechas solo de tragedias y miserias. Como referencias, aconsejo André Breton y Oscar Balmayor que presentan estudios sobre varios escritores de este género11.

RJ—Dijiste en una entrevista que no te consideras un escritor consagrado. ¿En qué sentido utilizas este epíteto?

AO—Simplemente en que no soy un escritor profesional ni vivo de la literatura. Como sabes, soy ante todo profesor y crítico literario, ahora jubilado. Escribo por ocio y no por oficio. Por eso no me interesa postular a premios ni batallar por tener fama.

RJ—Bonito anagrama que, además, rima. Yo pensé que con  ese adjetivo te referías a una evaluación intelectual de tu actividad de escritor.

AO—¡Ah, vale! Pues te diré que, en consonancia con la explicación anterior, me siento cómodo en la cuadrícula que separa los grandes escritores de los mediocres. Aunque también les corresponde legítimamente al crítico y al lector evaluarme. Pero lo que sí puedo decir es que no me identifico en absoluto con las otras dos categorías de escritores.

RJ—¿Y cuáles son?

AO—El falso escritor que contrata a un negro literario12 y el escritor obseso que, a pesar suyo, lucha encarnizadamente mendigando  galardones o suplicando que lo reconozcan como tal.

RJ—Sé algo de estos casos. Ambos me dan lástima. Ambos pagan por satisfacer su enfermizo ego. Uno, gastando dinero, y otro, su salud. Y todo este calvario por una causa ficticia, la literatura. Hay de qué reírse a mandíbula batiente. Bien, vayamos con la última pregunta. Como escritor «no consagrado» has tenido, sin embargo, bastantes éxitos y suculentas críticas que podemos corroborar con la presentación de tus obras, las entrevistas televisadas, tus conferencias, los encuentros y congresos culturales en los que has participado, etc. ¿Qué emoción te produce ver realizado este sueño que muy pocos alcanzan?

AO—Me siento satisfecho, por supuesto, pero se lo debo, en gran parte, a mi carrera universitaria, a la docencia y a mis otras actividades, entre las cuales está la escritura, el deporte, el ajedrez, los viajes, los amigos, etc. La literatura es un apetitoso aperitivo en un variado y excitante menú que es la vida.

RJ—Y supongo que pronto nos ofrecerás otro nuevo thriller repleto de dulces escalofríos e insufribles cosquilleos.

AO—Prometido. Así lo haré.

RJ—Eres el primero en cultivar este particular subgénero que es el thriller psicológico urbano/rural, ¿te gustaría que otros hicieran lo mismo y qué recomendaciones les darías?

AO—Claro que me encantaría. Los manuales los aconsejarán mejor que yo, pero en resumen les diría simplemente esto: que lean mucho a los clásicos (aprenderán así las técnicas de narrar, enriqueciendo su vocabulario y su estilo); que escriban sobre lo que realmente les gusta e interesa, ya que la literatura es una actividad personal y subjetiva; que lo hagan con modestia, porque siempre hay algo que aprender y, por último, que escriban por el placer de hacerlo, es decir, para divertirse y no para denunciar alguna injusticia social o defender una insólita causa. Para ello están los interlocutores sociales, los políticos, la prensa y el propio Gobierno.

RJ—Muchísimas gracias, Ahmed, por tu franqueza y modestia de siempre.

AO—Ha sido un lujo ser entrevistado por ti, Randa, una escritora culta, una profesora meticulosa, ejemplar y concienzuda, además de una gran dama. Así que te expreso toda mi gratitud por esta labor de difusión cultural y mi admiración por tu actividad académica, intelectual y social.

NOTAS

  1. Cf. el estudio académico realizado por el escritor y profesor Mustapha Handar: http://critica.cl/literatura/ahmed-oubali-precursor-del-relato-noir-marroqui
  2. Cf. la concisa reseña hecha por el profesor Mohammed Eddahbi: https://diariodigital.org/narcolepsia-de-ahmed-oubali/
  3. https://www.solonovelanegra.es/la-muerte-tambien-baila-en-malaga-de-ahmed-oubali/
  4. La primera, por la escritora y poeta Nuria Ruíz, en audio y texto: https://www.ivoox.com/entrevista-al-escritor-catedratico-tetuan-ahmed-audios-mp3_rf_4053887_1.html?autoplay=1 https://culturaenabierto.com/2015/02/19/entrevista-al-profesor-y-escritor-ahmed-oubali/ La segunda, por el profesor doctor Azeddine Ettahri: https://www.solonovelanegra.es/entrevista-a-ahmed-oubali-por-azeddine-ettahri/
  5. Oubali, Ahmed, Chivos expiatorios y otros relatos, Diputación de Cádiz, Fundación Dos Orillas, 2009. Cf. el Trailer de la obra:https://www.youtube.com/watch?v=awkXf3D-NW8
  6. Los dos primeros fueron: “El diablo de las Hespérides”: https://sopaderelatos.com/2019/05/12/el-diablo-de-las-hesperides/ y “Venganza seropositiva”: https://sopaderelatos.com/2018/05/22/venganza-seropositiva/
  7. Mi homenaje a Agatha Christie:https://www.cervantesvirtual.com/obra/semiotica-del-suspense-en-destino- desconocido-de-agatha-christie-1051578/
  8. https://ahmedoubali.blogspot.com/p/participo-en-la-i-jornada-de-novela.html
  9. Perversión secreta: https://www.babab.com/2019/07/20/perversion-secreta/
  10. https://diariodigital.org/spinoza-de-lo-patemico-a-lo-estesico/
  11. André Bretón, Antología del humor negro (1940); Oscar Balmayor, Diez maestros del humor negro, ed. Bruguera, 1977.
  12. Cf. artículo en: https://www.escritores.org/recursos-para-escritores/recursos-2/ articulos-de-interes/24168-ique-es-un-negro-literario

Agradecemos la colaboración de la Dra. Randa Jebrouni , Universidad/Centro de Investigación Abdelmalek Essaadi, profesora del Departamento de Estudios Hispánicos de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Es fundadora y presidenta de la Asociación de amistad y solidaridad entre Marruecos y América Latina.

Correo electrónico: amismamel@gmail.com

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  1. Ahmed Oubali dice:

    Excelentísimo e inigualable trabajo de difusión hecho por expertos y artistas de la comunicación. Mi enhorabuena por su Web y mi agradecimiento por esta incomparable maestría. Mi gratitud también a mi colega la doctora Randa Jebrouni, un referente permanente y exitoso en el ámbito de la educación, escritura, diplomacia e hispanismo: -)

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