
AGUA TURQUESA
Por Mónica Muñoz
Si el cráneo es una caja, será una caja de Pandora, abrirlo verdaderamente implica dejar escapar todos los «bellos males», todas las inquietudes de un pensamiento que se vuelve sobre su propio destino, sus propios repliegues, su propio lugar. Abrir esta caja, es arriesgarse a hundirse en ella, a perder la cabeza, a ser —como desde el interior— devorado.
Estas provocativas palabras de George Didi-Huberman abren la puerta al universo poético contenido en AGUA TURQUESA, el nuevo poemario de Selva Dipasquale recientemente publicado por A: Capella Ediciones. www.edicionesacapela.wordpress.com

El prólogo de la obra, escrito por la poeta y traductora Rita Kratsman, comienza así:
“Aguas, o escrituras acuáticas en toda su potencia onírica. Así, Selva Dipasquale nos invita a participar de un mundo líquido y a la vez compacto, movimiento que nos sumerge en íntimas ensoñaciones de color y consistencias. ¿Dónde está lo real, en la superficie o en lo profundo de las aguas?»
Esta pregunta por lo real sugiere la posibilidad de asir algo que es del orden de lo intangible, que está en el cuerpo dinámico de la lengua de la poeta, en su mundo y también nos invita a bucear en el caldero de agua que fluye poesía, palabra desdecida, partitura en la gramilla bajo el sol.
Así es que flotaremos -o nos hundiremos- en la aventura de encontrar sentidos en estas aguas que se presentan mansas pero que en su interior contienen las breves tormentas que nos habitan en tanto seres humanos que somos.

I – Partituras
Gramilla
Olas vibrantes de piel
pegándose y despegándose
quieren volver
a su estado original.
Pecho abierto mariposa:
bolsillos en los que hay
marcas de agua
partituras.
Y el túnel de un instrumento de cuerdas
uniendo el pequeño jardín
con mi interior.
Vamos a mariposear por el cuerpo turquesa de la poesía, detrás del aleteo fecundo que también inventa un mantra.
Los esqueletos replicantes
zigzaguean al amanecer
Wataroo, wataroo, wataroo
anikalú wata.
Wataroo, wataroo
uneri-bá.
Wataroo, wataroo, wataroo,
anikalú wata.
Uneri-bá.
Wataroo.*
Es mi cuerpo el que impacta
en medio del paisaje
cáscara inerte
que no se sabe
de dónde cayó
moviendo, como un viento, la conciencia
fuera de mí.
Anikalú wata,
wataroo, wataroo, wataroo.
Super iluminado el pelaje del otoño.
*mantra inventado
En la Casa de la Poesía
Cuando me tiro de cabeza
a la pileta
mis piernas se dan vuelta
y caen
lento
como ahora las agujas del reloj.
El agua y el aire
por un instante
tienen
la misma densidad.
Voy hasta el fondo
y regreso a la superficie
en una sola dirección,
a toda velocidad y con los ojos
bien abiertos.
El cielo está turbio
se apaga.
Respiro
las flores del aromo
flotan.
Y así leemos:
El cactus vigoroso estelar
¿Se puede quebrar
como el pejerrey de mis sueños?
Las espinas chirrían
las escamas detonan
¿En qué instante
deja de ser cactus
el fragmento que cae?
La sombra de una mano gigante
tapa mis ojos.
Como un ombligo expandido
La nube da paso a la transparencia
de la luz. Mi cuerpo acuático
y agudo ¿contempla con sabiduría?
O ¿es miles de filetes arrastrados
por el destino?
El ojo quieto, la espalda encorvada,
el equilibrio es un deseo de la mente.
Los filetes ya son peces pasionarios
deshaciéndose en filamentos
buscando cíclicamente el equilibro
en los resquicios de la luz.
El cloro turquesa nos ulcera los ojos
Quien mira desde lejos ve unas siluetas negras que saltan y rebotan
acompasadamente.
Tenemos 10 años y nos estamos besando abajo del agua. Y hablamos y
cuando subimos a la superficie jugamos a ver quién adivina las palabras
escondidas en el burbujeo.
Los grandes nos reclaman con su aleteo permanente. No importa nada.
Ni este viento que nos trae más frío y pega en nuestra piel ni las hojas
voladoras de los eucaliptus.
Empujamos hacia abajo para resistir la fuerza del agua, con la dolorosa
ilusión de escondernos
para siempre.
Su cara se deforma, el pelo parece
compacto y grueso
la sonrisa
brillante y fea. Los dientes
cada vez más afilados. Abajo del agua
muerden más.
La cabeza gigante de mi padre
me habla detrás de la ventana
Llueve y los gorriones se apoyan en su frente.
Sonríe.
Cada gota es una manera diferente de decir Car los.
—A veces de tan acostumbrados que estamos a escuchar un nombre
no pensamos en su sonoridad. En cómo nos afecta—.
Car los Car los un nombre circular, plural, con rulos y firuletes.
La cabeza gigante de mi padre se sigue mojando.
Algunas gotas lo fastidian, mueve la nariz,
sacude su pelo negro rizado, sonríe.
El verde es un contrapunto.

Con la lengua manchada por el agua turquesa de la poesía llegamos a la segunda parte del libro que se presenta bajo el título de «Instantáneas». El tema del epígrafe inicial es el cuerpo, su materialidad, el pulso que sangra. Pertenece a Arnaldo Antunes y termina con esta exquisita línea:»el cuerpo tiene alguien como relleno».
El cuerpo habitado por alguien que no se nombra, un yo poético que intuimos en los pliegues susurrantes de estos poemas y casi poemas -en el sentido juarroziano del término- y donde se refleja una potente fragilidad que silba en instantáneas parecidas a las salidas de una vieja Polaroid.
“…Una cadena de montañas oriental frente a la sonrisa sorprendida de la niña vestida de azul…”
…
«Quiere salir del cuerpo sin viajar. Pero le pesa. Traza líneas de espuma. Está en el mar y no lo ve. El cuerpo cae como una cáscara transparente que se va oscureciendo.»
…
«Estar sentada en una silla en medio de un charco fresco o enterrada en el fango puede parecer imperceptible para el movimiento del mundo. No es así cuando se toma conciencia de una voz que sin ubicación ni miramientos atraviesa a su paso todas las texturas corpóreas. Y, menos aún, esta mañana que una cabeza gigante bajó lentamente a mi patio con sus labios carnosos inquietando a los pájaros susurrando mi nombre.»
….
«Cierro los ojos y veo un árbol dentro de mí. Tronco flexible, ramas danzantes. Mi cuerpo es una cáscara en el mar en busca de una música para el poema»
…
«Brota agua fría de las placas metálicas. Placas que se alinean una arriba de otra. Agua furiosa sin asirse a cuerpos invisibles.»
….
«Burbujas de lluvia en lo blanco del ojo. El globo ocular pulsa y crece, crece. Se ve, sí, pero hacia dentro del cuerpo. Un paisaje de pinos húmedo.»
…
«Aquí afuera es pleno verano en una ciudad perdida en el mapa, pero mi cuerpo es una cáscara y dentro de mí se proyecta un paisaje de nieve: Flores azules, blancas y ramitas que se hunden en el agua helada y navegan lentamente.»
Selva Dipasquale nació en la Provincia de Buenos Aires en 1968. Vive y trabaja en la Ciudad de Buenos Aires. Es abogada (UBA), poeta y curiosa de diversas artes. Publicó La sombra de la mano (Zindo & Gafuri, 2015); La disipación (Recovecos, 2012); Ballyhoo (Melón, 2012); Meditaciones en el Bosque (Ediciones en Danza, 2007); Paraselene (Vox, 2005); Camaleón (Tsé-Tsé, 1998); Teoría de la Ubicación en el Espacio (Grupo Seis Sellos, 1994) y, junto a Tamara Domenech, Poética de los Oficios y Tallar te obliga a pensar en las cosas (A Capela, 2020). Integra diversas antologías de poesía argentina. Coordina los sitios de divulgación La Infancia del Procedimiento y El Infinito Viajar, revistablog en la que lleva adelante la sección de «Poesía Paraselene». Traduce poesía italiana para el blog El arte de una posibilidad. Desde abril de 2020 administra una Biblioteca Virtual.
Rita Kratsman nació en Buenos Aires, es poeta y traduce poesía italiana. Publicaciones: Color y Sepia (Libros de Tierra Firme, 1998); El Cuaderno de Amanda, Señora Mariposa (Último Reino, 2005); Aria con Variaciones, (Último Reino, 2006); El Lugar (El Mono Armado 2010); Giverny, (El Jardín de las Delicias, 2013); Tornasol (El Jardín de las Delicias, 2015); Cuerpos con música de fondo (El Jardín de las Delicias, 2019); Faro meridional (El Jardín de las Delicias, 2021). En traducción, Una hora existe, antología de Franco Fortini, poeta italiano de posguerra (Ediciones Dante Alighieri, 2007), trabajo introducido y seleccionado junto a Susana Anfossi. Coordina junto a Selva Dipasquale: La Infancia del Procedimiento, y El Infinito Viajar: revistablog en la que lleva adelante las secciones » PostData», «Cartas de amor y otros afectos«, » Banco de Cartas« y«Traducción, el arte de una posibilidad «.

A:Capela
Es un emprendimiento artesanal ideado y dirigido por Raúl Tamargo.
Publica exclusivamente libros electrónicos para su descarga. No es posible leerlos en línea.
Sus publicaciones están registradas en la Agencia Argentina de ISBN.
Sus libros no cuentan con dispositivos que limiten su uso (DRM) porque considera que quien compra un libro es dueño de ese objeto y no debe por ello ser controlado, vigilado o manipulado para su uso.
No obstante las autoras, los autores y la editorial conservan los derechos de comercialización y apelan al uso responsable de los lectores. Sugieren evaluar los costos de adquisición de una descarga legal antes de compartir el libro comprado. Los ingresos generados por la compra permiten continuar con el proyecto que no tiene como eje el lucro comercial.
A: Capela solventa totalmente los gastos que generan sus ediciones. No solicita participación a sus autoras o autores.
Categorías que edita: Novela, Poesía, Cuento, Teatro, Ensayo, También para jóvenes lectores, Diccionarios, Reseñas, Fragmentos, De la tierra floreciente, Libros gratis, Misceláneas, Otros textos, Impresión por demanda.
www.edicionesacapela.wordpress.com
edicionesacapela@gmail.com
Vistos 269 total views