Los pliegues del aire
El poeta santafesino Néstor Fenoglio tuvo una notable la participación en el trigésimo Festival Internacional de Poesía de Bogotá, recientemente realizado en Colombia. Caza de Libros y Ulrika Editores compaginaron una cuidada antología personal de nuestro poeta, con prólogo de Diego E. Suárez, otro profesor y poeta santafesino. Estamos hablando de Los pliegues del aire, libro generosamente compartido por su autor, del cual reproducimos a continuación el prólogo y una selección de poemas. La dificultad de acceder a un material editado en otro país y que aún no se encuentra on line le agrega un plus a nuestra propuesta de lectura.
Además, no es la primera vez que Néstor Fenoglio hace su aparición en ALAS: les recordamos que también forma parte de la antología Panorama de la poesía argentina actual, obra que comentamos en otro artículo.

Prólogo
Tenues luces de breve reinado
Néstor Fenoglio nació en 1964 en la ciudad de Esperanza (provincia de Santa Fe), primera colonia agrícola argentina organizada en el seno de lo que la cultura popular bautizó como La Pampa Gringa. Sin embargo, su infancia transcurrió en dos pequeños pueblos santafesinos, Providencia –tierra natal de su madre– y Alejandra. Desde 1983 reside en Santa Fe de la Vera Cruz, ciudad capital de la provincia, donde inició su labor periodística y llevó a cabo sus estudios en la Facultad de Formación Docente en Ciencias (Fa. Fo. Doc.) –más tarde, Facultad de Humanidades y Ciencias (F. Hu. C.)–, de la Universidad Nacional del Litoral (U. N. L.). Hoy en día es jefe de redacción del diario El Litoral de Santa Fe y director del periódico regional Mirador Provincial.
Su producción mereció temprano reconocimiento. En 1984 obtuvo el premio “José Cibils” para poetas jóvenes, organizado por la Asociación Santafesina de Escritores (A. S. D. E.). En 1988 la Editorial Colmegna, promotora de un concurso de ensayos sobre José Pedroni, publica su primer libro, Acercamiento a Pedroni: El camino de lo real a lo lírico. Ese mismo año, el Centro de Publicaciones de la U. N. L. lanza el quinto fascículo de la selección poética “Santa Fe al Norte”, que incluye cuatro poemas de su autoría. En esa época lo encontramos formando parte del grupo literario Mainumbí, coordinado por el poeta y promotor cultural Horacio C. Rossi. Más tarde, en el año 2000, recibiría el primer premio en el Certamen Literario Municipal por su poemario En medio de la noche, editado al año siguiente por la Municipalidad de Santa Fe. En mayo del 2004, la A. S. D. E. premiaría un cuento suyo en el Certamen Anual “Leoncio Gianello” y en septiembre del mismo año, en el Certamen “José Rafael López Rosas” organizado por la A. S. D. E. y destinado a poetas del Litoral Fluvial (región geocultural conformada por las provincias de Formosa, Chaco, Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe), su libro Nacimiento último sería galardonado con el primer premio, consistente en la publicación. En el 2007 ve la luz en la ciudad de Rosario Desde este cuerpo y así llegamos al 2021, año de Con los ojos de entonces. Tal es el itinerario que, en paralelo al desarrollo de la creación periodística, se inicia con el ensayo y cruza el cuento, pero que tiene como claro horizonte la poesía.
Consta en los anales de la crónica santafesina que en la recepción del Premio Municipal, año 2001, Fenoglio hizo público el siguiente credo: “Creo que la poesía es inútil. Es decir que no sirve, y en eso precisamente radica su grandeza. No le interesa al mercado, no transa, no se compra ni se vende, no depende del riesgo país ni tiembla con el derrumbe de la Bolsa. Así como hay un arte decorativo y escritores adaptados a criterios de lo que se vende, existe el verdadero arte, un arte no complaciente. La verdadera poesía no es complaciente. Está comprometida con todo el hombre que me habita. Lo que hago intenta salvar al hombre que soy, con más humanidad y con más comunicación. Rescatar la escala humana, la escala pequeña: la que va de la piel hacia adentro” (diario El Litoral, 11/10/2001). Rescatamos esta intervención del poeta porque nos susurra algunas claves de un proyecto creador basado en la búsqueda sincera de una voz propia al margen de modas, oportunismos y cenáculos.

Los poemas de En medio de la noche indagan en la nocturnidad del ser con preguntas feroces: “¿qué cosas vería de mí/ que se ocultan/ bajo la piadosa oscuridad de mi pecho?”; “¿Por qué no caer,/ por qué no callar/ en medio de nada/ cuando todos dejan de ser/ lo que ya no son?”. El fuego de estos cuestionamientos consume la idea hecha carne: “claro dolor puesto en este pobre cuerpo,/ en este rincón del mundo que soy”. El poemario siguiente, Nacimiento último, condensa la ascesis del vínculo entre la noche y el cuerpo: “las palabras,/ a veces,/ rebotan por las paredes/ de mi cuerpo,/ buscando la salida,/ el punto de luz/ que las haga libres”; “Ser como la noche,/ no apretado,/ (…) sino sólo extenso,/ (…) participando en medio de todo”. De esta manera, pasamos de las tinieblas y la palabra dolorida al anhelo de luminosidad, libertad y amplitud. Desde este cuerpo responde a una inquietud distinta. En la nota preliminar de ese libro el autor declaró: “Son poemas adolescentes, en más de un sentido (…). Salen de la guarida a la luz por propia voluntad, más para saldar una deuda con ellos (estuvieron conmigo y salvaron a todo el hombre que me habita) que conmigo o con alguien en particular”. Esta confesión insinúa la coexistencia del poeta joven en el poeta adulto, con su precoz madurez y su revitalizadora energía. Es una colección rica en imágenes, desde las más atormentadas (“Destrúyeme por todos lados, dios,/ terrible dios de esta noche: deshace/ esta carne que sustentas”) hasta las más sugerentes (“He llegado hasta mí/ que espero de rodillas, partiendo/ desde el límite de mis ojos”). Por último, Con los ojos de entonces, nos depara una nueva sensibilidad. En un verso memorable, William Wordsworth dejó dicho que el Niño es el padre del Hombre. El sujeto lírico del libro más reciente de Fenoglio va en busca de ese Niño –tal vez como antes fue en busca de aquél adolescente–. “Vengo de un pueblo claro”, dice, asumiendo desde el inicio que un poema es apenas un “regalo pequeño/ tenue luz de breve reinado”, pero que puede arder en interrogantes (“¿Crecer es acaso/ apagar el brillo de los ojos,/ ser el otro,/ el que vamos a mostrar/ al resto del mundo?”) y oficiar de espacio para manifestaciones esenciales (“Eres la que camina por el pueblo/ con un vestido blanco,/ la que lleva naranjas./ Atravesada de pájaros,/ leves pies,/ ojos acaso abiertos: cruzas el pueblo”). El último poema del libro –que también cierra esta antología– sintetiza una experiencia transformadora: “Volver sobre los pasos/ de mí mismo/ (…) ínfimo,/ apenas nada/ en medio de todo,/ así volver una tarde,/ menos que el aire/ entre los pliegues/ del aire”. Esa desmaterialización que va del cuerpo al aire, de lo concreto a lo etéreo, constituye una verdadera consumación de lo poético en la vida: la poesía como alimento de la realidad, dijo Edgar Bayley.
Aquí se vuelve a cumplir lo que tantas veces se ha dicho de poetas valiosos usando palabras de Walt Whitman: “esto no es un libro; quien toca esto, toca a un hombre”. Pero sólo accedemos a esa experiencia en forma reflexiva. Los poemas se vuelven trizas de un espejo donde alguien alguna vez intentó mirarse el rostro y el alma, y donde ahora nosotros tenemos la oportunidad de reconocernos.
Diego E. Suárez
Santo Tomé, Argentina, marzo de 2022

Diego E. Suárez (Posadas, 1979). Poeta, ensayista y docente investigador. Poesía: Infinitaedro / El arte de la fuga y el silencio (Sauce Viejo: La Gota, 2013); Sufrimiento de otro en su cuerpo (Rosario: Serapis, 2013); Piedritas (Sauce Viejo: La Gota, 2018); Simple (Arroyo Leyes: Ediciones Arroyo, 2019); Lo habitual (Santa Fe: De l’aire, 2021). Ensayo: Un hombre escribe la caída de las palabras al pozo de la luz (Santa Fe: UNL, 2014); Sobre la poesía de Roberto D. Malatesta, en antología: 43 por Ayotzinapa (Santa Fe: Los Juegos del Temps, 2015); Mate cocido con tortas (San Francisco: LaTita editora, 2019); Flotar (Paraná: Proyecto Camalote, 2020); Bajé para respirar (Arroyo Leyes: Ediciones Arroyo, 2021). Tuvo a su cargo la selección, el prólogo y la cronología de En la terraza. Poemas elegidos, de Horacio C. Rossi (Santa Fe: Palabrava, 2021). Reseñas, poemas y traducciones de su autoría se encuentran en diferentes medios digitales e impresos, provinciales y nacionales.
Poemas seleccionados de la antología Los pliegues del aire

I
Deberás volar en la noche oscura
hasta el más lejano tiempo. Descansarás
allí y te mojarás el rostro.
Y cuando regreses,
y cuando vuelvas por el hilo
de tus lágrimas,
cuando parado caigas en el pozo
de ti mismo,
deberás volar,
deberás rodar apagado y final,
deberás deshacer de un golpe
la prolija cara que has formado.
De En medio de la noche, 2000.

III
Soy el que se marcha,
el huésped impreciso de mí mismo:
estoy hecho de minutos idos,
de una sustancia hacia abajo y atrás,
un líquido que gotea
ya apartado de mí.
Inútil tapar con las manos
tanta fuga: imposible
detener la caída
con esta débil piel,
este sitio por el que me voy interminable,
esta casa amueblada y vacía,
este puerto de barcos sin memoria.
Soy el que se marcha,
el hostil anfitrión de mi sangre,
soy el que tapia con dedos pequeños
las infinitas heridas
por las que igual huyo,
puro tiempo consumado.
De Nacimiento último, 2004.

VI
Oh, dulce
e inmóvil,
siempre fija en mí,
tú, testigo de mi sangre,
anterior a mí,
inauguradora oficial
de mi tiempo,
creadora de mi muerte,
Artemisa,
cazadora.
De Nacimiento último, 2004.

II
Como perros simples,
como ogros redimidos,
derrumbando el cuerpo
a una tierra posible,
distribuidos los dones,
mordiendo furioso los tallos y las hojas:
ser impertinente
como la más bella de la corte,
la que camina descalza entre los hombres
derramando el vino.
De Desde este cuerpo, 2007.

III
Yo soy quien lame del idioma
de tus jardines
y quien sigue el rastro
que tu odre volcado deja,
soy quien se arrastra
como el inaugurado insecto
que con tu mirada clavas.
De Desde este cuerpo, 2007.

II
Vengo de un pueblo claro
de lentas vacas gordas,
sin trenes
y casi sin viento.
Detenido tiempo verde,
arroyo casual,
groseros gringos sanos
que van con cánceres
a la ciudad
y vuelven a morir
en su claro pueblo quieto.
De Con los ojos de entonces, 2021.

VIII
Madre oscura
que vagas con un zapato solo
por todas las habitaciones,
dueña del rouge en la cara,
apaga ya las señales
que te persiguen
y toma como entonces
a este niño
que vuelve cansado.
Apaga las luces que tienen mensajes,
deja de amenazar a las sombras
y recógeme
partido y pequeño
pues ahora te necesito
porque estoy solo en el mundo.
Madre original
que corres por los pasillos blancos
seguida de enfermeros y fantasmas,
tómame ahora
y júzgame piadosa
porque ya no tolero los reproches,
dime que he sido bueno
y sostén mi cabeza con tus manos.
Madre sola refugiada al borde de todo,
yo descorreré las cortinas pesadas59
para que puedas verme mejor,
para que me digas que he crecido poco
y qué débil
y qué blanco está tu niño solo.
Madre azul de oración inversa
espera por mí en algún lado,
soy el que regresa hastiado de juegos
y de hamacas.
No digas más que no sabes quién soy,
que no me reconoces
que tu bendición no llega
hasta la frente del carcelero.
Soy el que te pide que gimas
despacio
el que cuida
tu prematura cabeza blanca
el que se entierra en tu falda
esperando la suave caricia,
el perro que apaleas
porque adentro te ordenan que odies,
que inventes cadenas,
que hables a los espejos,
que golpees la inmensa cuchara
contra los platos.
Madre pequeña,
encuéntrame y dime que también tú
tienes la mano tendida,
y que apartas con tu fuerza loca
los cuerpos que de mí te separan.
De Con los ojos de entonces, 2021.

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