MADAME LING o el arte de vivir una vida poética

FERNANDO ALFONSO RODRIGUEZ: MADAME LING o el arte de vivir una vida poética

Por Mónica Muñoz

Un especial agradecimiento al corresponsal poético Carlos Vitale.

Escribo al borde de mí, en la hilera de sombras que despiertan las palabras.

Fernando me miraría sonriendo, se quitaría los impertinentes dorados comprados en una tienda de viejo en alguna ciudad de Holanda y no diría ni una palabra. Esa era una de las bellas posibilidades de comunicarse con él: con silencios, pocas palabras y su gesto solidario, siempre benigno, comprensivo.

Nos conocimos en un hotel de La Habana. Éramos muchos los poetas inscriptos para vivir un nuevo Encuentro de poetas La Isla en Versos. Quizás uno de los encuentros cubanos que conquistara mayor reconocimiento y prestigio a nivel internacional por el excelente trabajo profesional que realizan Kiuder Yero Torres y Yurisel Moreno Zaldívar. Rebuscando las fotos encontré la fecha: fines de abril/mayo del 2017.  Fernando estaba con el poeta noruego Torgeir y llevaba un libro en la mano comprado en el aeropuerto de Oslo: Caminar (o el arte de vivir una vida salvaje y poética) de Tomas Espedal, editado por Siruela Nuevos Tiempos. Charlamos un poco y me prestó Caminar. (Me lo regalaría en la despedida de fin del viaje).

De izquierda a derecha: les poetas: Narda García, Fernando Alfonso Rodríguez, Joseph Lleixá Fernandez y Torgeir. Gentileza Joseph Lleixá Fernandez.

Fernando Rodríguez. Fotografía gentileza Mirjan Gut

El día que me enteré de su muerte fui a mi biblioteca a buscar el libro de Espedal. Y encontré dos marcadores. Uno de perfume que me dieron en el Aeropuerto cuando regresaba a Buenos Aires y otro que es el ticket de la compra del libro que hiciera Fernando en el aeropuerto de Oslo.

El marcador de Dior estaba en la página 29, donde hay una cita de Rousseau en sus Confesiones: “Nunca pensé tanto ni viví tan intensamente, nunca tuve tantas experiencias ni estuve tan conmigo mismo –si se me permite usar esta expresión- como durante los viajes que hice solo y a pie”.

El ticket de aeropuerto estaba en la página 110: “Entré andando en París. La ciudad estaba caliente como un corazón. Balzac escribió que París era la cabeza del mundo, pero aquella ciudad era cabeza y corazón, pies y manos, pecho y barriga, respiración y pulmones, una cara, una boca”.

Fernando era poeta, nacido en Chile y exiliado en Oslo.

Ya escribía Madame Ling.

La última noche del Encuentro me invitó a compartir, con Torgeir y otros poetas, unas copas de versos  con ron al borde de la piscina iluminada del Hotel. Los murciélagos pequeños rondaban las luces de colores que iluminaban el agua. Picaban y se iban. Nosotros, en penumbra, poníamos luz a los poemas con las llamas de nuestros encendedores. Así nació el grupo Murciélagos de La Habana. Con acta fundacional, proyectos de escritura, una fecha de reencuentro en París y un inquieto grupo de Whatsapp que nos permite continuar comunicados hasta hoy. Lo integramos: Joseph Fifo Lleixá Fernandez, de Barcelona, Haydee Zayas, de Puerto Rico, Mirjan Gut, suizo-chilena, Lilián Zulima González, de Colombia, Torgeir, de Oslo, Fernando y yo.

Los Murciélagos de la Habana.

En enero del 2020 me reencontré con Fernando en Buenos Aires. Él estaba con un grupo de amigos y me invitó a cenar en el Urondo Bar. Comida bien casera, con cuidadas recetas. Días después, todavía en Buenos Aires, pude leer un poco de Madame Ling y colaborar en su compaginación en Word. El poemario no estaba del todo listo pero Fernando estaba decidido a completarlo para publicar. Se fue a Chile y allí estuvo hasta que la pandemia le permitió volver a Noruega.

Urondo Bar

En  2021,  Ediciones Sin Fin, en Barcelona, edita MADAME LING. El poeta CARLOS VITALE, nuestro corresponsal en Barcelona, consigue un ejemplar y me manda poemas, fotos de tapa y demás para poder escribir esta crónica.

Fernando ya no está y yo estoy tecleando al borde de mí.

Nuestro grupo se mueve, manda fotos, escritos, datos con los que voy compaginando esta crónica que luego celebraremos con un brindis a la salud del poeta. Gracias a la tecnología estamos trabajando juntos, trazando nuevos sentidos provocativos, haciendo poesía murciélaga. Cubrimos la ausencia y las distancias con pequeños trozos de recuerdos.

El cubano Virgilio Piñera me socorre: «la eterna miseria que es el acto de recordar».

Fernando Alfonso Rodríguez. Escritor y traductor. Nació en Coquimbo, Chile. Aunque su carrera literaria se inicia en Viña del Mar a fines de los años 60, junto a Eduardo Parra y Juan Luis Martínez. En los 80 participa activamente como ayudante y miembro en los talleres literarios de Nicanor Parra, Jaime Quezada y Enrique Lihn. Parte a Noruega en 1984, donde tuvo un papel vital en el underground literario y cinematográfico de Oslo. En 2019 volvió a Chile para terminar Madame Ling, la síntesis de una vida poética.

En 1969, la nueva poesía joven de Chile tenía el potencial de convertirse en un equivalente de las palabras en las imágenes fílmicas de la Nouvelle Vague francesa, pero la dictadura fue más despiadada que el alzamiento juvenil. Las palabras sucumbieron al otro lado del globo, al triunfo de las imágenes.

Con ecos de la Antipoesía en el círculo de Eduardo Parra y Juan Luis Martínez, en Viña del Mar, Fernando Rodríguez ya se encontraba en el exilio en busca de la tumba del Conde de Lautréamont. Sobre los poemas de Madame Ling se puede decir lo mismo que podemos leer en el certificado de defunción del gran Isidore Ducasse: “Sans autres renseignements” (Sin otros antecedentes).

Hans Petter Blad, Oslo 2020 (texto de solapa en retiro de tapa y contratapa de Madame Ling).

Madame Ling es un poema narrativo compuesto de 333 parágrafos correlativos y dos piezas finales:  Abaco Ling y Apendix Ling. Contiene una extensa serie de anotaciones sobre un archivo aprócrifo conocido como “Documentos Internos”. Ordenados en una secuencia al mismo tiempo sincrónica (números árabes) y anacrónica (números romanos), los parágrafos registran anotaciones e inscripciones compuestas por una mano de náufrago. Una mano que deriva de Himmler al Bhagavad-Gita, de Carenton a “Los siete espejos” en Valparaíso, de Montepulciano a Lofoten y la Alameda de las Delicias. En la persona de Madame Ling (matrona, regenta, señora, hembra y ama lingual), el autor interpela a la palabra y la escritura. En la intersección de ilimitadas referencias diseminadas, seriadas, incrustadas y adheridas a la página como injertos de lengua y de habla, de materia y de cosa, el autor ha labrado una especie de novela de nadie y de nada. Una especie de museo de palabras que se parecen a una literatura cuya existencia sólo es posible en condiciones de lejanía y donde Madame Ling es el nombre cambiado y plural con que el autor encubre la identidad de sus espectros que desde lejos vienen «ebrios de lluvia antigua y sucia».

Madame Ling, contratapa.

Los murciélagos 

No te quedes contemplando el Universo,

no es verdad todo lo que ves con los ojos,

saborea los silencios y los suspiros

goza de la brisa, que te llega con un mensaje

de lejanas tierras. Él te llevará recuerdos,

añoranzas, surcando los mares, escúchale

Ella te espera. Él te espera,

los amigos te esperan, en París

nos convertiremos en murciélagos

queremos gozar de nuestra vida, de nuestra poesía

huir de formalismos literarios,

y contemplar el universo de sentimientos y emociones,

colgados de una viga hecha de poesía.

Y después de estar compartiendo el techo con estos amigos

Nos daremos cuenta de que hay que mirar el suelo

afianzarse, e intentar emprender el vuelo.

 ¿Vendrás?

Y en la despedida, parangonando a los actores de Casablanca

Siempre podremos decir:

  “Siempre nos quedará París»

15-15.2017.   Fifo – Joseph Lleixà

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  1. Marco dice:

    rakatan09@gmail.com
    Mi nombre es Marco. Algunos cpquimbanos me conocen como Coico. Fui y sigo siendo amigos de la familia Rodríguez Kemnis. desde los 18 años tuve la fortuna de conocer al «galleta» como le conocimos en el barrió dónde creció
    Todavía somos amigos de su familia coquimbana. Más que amigos, fuimos
    hermanos . Demás dar detalles. La poesía que todo lo une, tambien nos identifica. Así, Fernando recorrió su Madama Ling cómo su amor odiado y amado hasta que en su lecho de muerte la parió. Así, entonces, mi re-nacimiiento de Fernando, aquel que bajo el paraguas de Madam, sonríe.

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