Jornada Venado Tuerto, casi Halloween 2022. A 12 años de la Ley de Salud Mental y Adicciones

Devenir varón:

De “el sueño de la razón produce monstruos” a “soy el monstruo que os habla”[1]

Por Sandra Borakievich[2]

  1. Primer rodeo: algunas palabras desde la implicación, o desde dónde escribo… casi una carta

            La implicación, decía Lourau (1975), es un nudo de relaciones sociales. Un lugar desde donde alguien dice (¿enuncia?) algo, enredade en relaciones de poder… porque si son sociales, las relaciones son de poder, ¿cierto?  Y alguien –cualsea (Agamben, 2006) dice desde complejos y diversos entramados, dice estratégicamente; dice… como puede… y necesariamente deja “cosas” “afuera”, como cuando escribe una carta… Escribir cartas era un arte que situaba a quien escribía en la ocasión de habitar la paradoja de estar en proximidad (Percia, 1994) estando a distancia, de trazar el imposible cálculo de una interlocución posible, de con-versar en ausencia y  aceptar esa ausencia para poder escribir, de habitar la demora y tal vez la espera… un arte, digamos… casi en desuso, que para mi gusto mucho se relaciona con muchas de nuestras apuestas en Salud Mental cuando obramos acorde a la ley cuyo cumpleaños número 12 estamos celebrando.

            Tengo un grupo de WhatsApp que se llama Hechiceras. Allí compartimos sororidades y aquelarres con cinco amigas/colegas entrañables. Nos conocimos en los años ´80 en la Cátedra de “Introducción a los Estudios de la Mujer”, que fue deviniendo “Introducción a los Estudios de Género”, materia electiva de la Facultad de Psicología, UBA, que trabaja géneros en articulación con relaciones de poder y pone en diálogo desde hace 35 años esas dimensiones para pensar la salud y la salud mental.  Les conté el otro día que venía a Venado Tuerto y que compartiría la mesa con Luciano Fabri, que es Bibliografía en un curso a mi cargo en la UNQ, que se llama “Introducción a las Teorías Feministas, Estudios de Género y Sexualidades disidentes”,  el que trabajamos, entre otros devenires, el devenir varón. Les dieron ganas de venir también, entonces vengo ya acompañada de las ganas de más gente aca, y eso importa… Una, que trata de escuchar deseos y potencias conecta con pasiones alegres cuando anda acompañada por las ganas y buenos deseos de otres cuando va, viene y deviene. Gracias por invitarnos.          

             “Todes somos grupúsculos”, decía Guattari (1976)[3], y es algo que una recuerda cuando se encuentra en ocasión de extranjería, y eso casi opera como un ritornello (Deleuze y Guattari, 1994)  que nos hace sentir como en casa; nosotras estamos en viaje -digo yo- que ya no venía sola porque sabía que alguien de Goya vino a vivir acá hace mucho, pero la colega que conocí en Rosario y me invitó a Venado Tuerto no lo conocía. Así los tiempos: andamos performateando también encuentros…  tal vez tampoco yo lo conozca ahora, habiendo pasado tantos años… ya debe ser un hombre… what-ever- it-means… Y de algo de eso se trata esta conversación: del ever and ever it means, nothing, because of el devenir….

Imagen: gentileza del Colegio de Psicólogas y Psicólogos de la Provincia de Santa Fe. De izquierda a derecha: Magalí Fantino (Coordinadora), Sandra Borakievich y Luciano Fabri.

2. Pequeño desvío: nota sobre el nombre de una ciudad, o, a propósito de “diferencias de diferencias que no remitan a ningún centro” y generen condiciones para alojar lo diverso[4]

            Venado Tuerto…  Genera cierta curiosidad el gentilicio de por aquí, e imaginerías diversas el nombre de vuestra ciudad. Y si compartís con Lucrecio la alegría de lo diverso, no vale decir con la Wikipedia que queda “de Rosario para adentro” o  “a tantos km de Rosario”, porque preferís apostar a otros modos de pensar, que escapen de algún centro que se tome como referencia, y que también fuguen de la creencia –o sea, de la desmentida de una realidad insoportable, diría Manonni (1969) – de que hay “adentros” y “afueras” en las cartografías interesantes y/o en las geografías ciertas… o sea, no vale decir “el Interior”, ni para ciudades ni para subjetividades… Ni interior vs exterior, ni unitarios vs federales, ni capital vs provincias, ni masculino vs femenino, ni arriba vs abajo, ni cualquiera de las oposiciones binarias del pensamiento occidental vienen resultando muy fértiles para pensar/nos/los/las/les en estos tiempos…

            Para bien acompañar a quienes inscriben sus prácticas en cualquiera de las formas pensables de las masculinidades, más o menos atribuladas, de-construidas, tradicionales, subordinadas, cómplices, compas, antipatriarcales, singulares y diversas, es preciso pensar de otro modo: esta afirmación, que en la convocatoria a esta mesa es una evidencia, no es tan sencilla de instalar y sostener, y epur si muove. Y en esa tensión entre lo conocido, grillado y las urgencias, vos y yo, dejándonos afectar por la interpelación de las prácticas sociales a los campos de trabajo que deseamos honrar y resultan irreductibles a lo ya sabido.

            ¿Cómo construir herramientas para mejor acompañar y pensar y estar a la altura de los tiempos?

            ¿Cómo resguardar nuestras prácticas en salud y salud mental de intervenciones disciplinantes, incluso desde argumentos políticamente correctos?

            ¿Cómo, por la vía de qué procedimientos, acoplar/nos a la invención de políticas del cuidado en estos “Pulp Fiction”?

Imagen: gentileza del Colegio de Psicólogas y Psicólogos de la Provincia de Santa Fe. De izquierda a derecha: Magalí Fantino (Coordinadora), Sandra Borakievich y Luciano Fabri.

3. Masculinidades a 12 años de la ley de Salud Mental y Adicciones. Entre Calderón de la Barca  y Celia Cruz, en las grietas del patriarcado

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Calderón de la Barca

Patriarca: tus pesadillas son nuestros sueños

Multitudes feministas-multitudes queer

Todo aquel que piense que está solo y que está mal
Tiene que saber que no es así
Que en la vida no hay nadie solo, siempre hay alguien

Ay, no hay que llorar (No hay que llorar)
Que la vida es un carnaval
Y es más bello vivir cantando

(Bue… cantaba Celia  Cruz…)

            Tal vez no esté de más insistir en que el devenir varón hoy –lo mismo vale para otros devenires, corporalidades, géneros y expresiones de género- involucra de maneras más o menos (auto) percibidas, conscientes e inconscientes, el despliegue e invención de perfomances que conviene pensar como figuraciones posibles, en tanto los “modos de ser” que se van cristalizando, como así también sus líneas de fuga son producción socio-histórica.

            En tal sentido, contamos con profusa bibliografía de distintos géneros literarios que expresan los gozos y las sombras de los varones en los mitos sociales de la modernidad temprana, que en la desigual distribución del trabajo y los bienes los ha situado en ese lugar de lo Uno que denunciara Simone De Beauvoir, en 1949, y los Estudios de la Mujer tiempo después: “Hombre = hombre” (Bonder, 1984) podría ser una frase que sintetiza epistemológicamente aquel sueño de la Razón, que, en articulación con la imaginación colectiva, disciplina(ba) al conjunto con estrategias diferenciales hoy visibilizadas por las miradas desde la interseccionalidad.

            Siempre listo, siempre proveedor, siempre heterosexual y potente: sexualidad, erotismo y amor en clave fálica[5] como “origen” y “destino” de la luego llamada “masculinidad hegemónica”[6]. El sueño de la Razón patriarcal y sus “excesos” en los actualmente caracterizados como “sanos hijos del patriarcado”…

            ¿Quién es el patriarcado?

            ¿Quién mató al comendador?

            Fuenteovejuna lo hizo…

            No era sencillo situar los padeceres de quienes construían (soy optimista) sus cuerpos en lugares considerados hoy de privilegio… Menos aún, desde la mirada de quienes construían (nuevamente optimista) sus cuerpas en las desigualaciones y violencias de la subalternidad… pero… cómo no instalar una demora en las afirmaciones retomadas por Elizabeth Badinter (1993) en los ´90, que hacían referencia a la necesidad de pensar la construcción de la identidad masculina (¿paradojalmente hegemónica?) alrededor de tres “NO”, que cada varón deberá en sus prácticas demostrar para ser considerado viril (hoy diríamos, con Rita Segato (2018), para advenir “señorío”): no ser un niño, no ser una mujer, no ser un homosexual… La identidad como un deber, que exige constantemente demostraciones… LA identidad, todaasíconmayúsculasyensingularcasiuniversal… un monstruo grande que pisa fuerte… y no hay risa que lo ahuyente mientras genera potencias, como en Monster Inc… más bien esos señoríos son el locus de las pasiones tristes, también de las masculinidades por venir.

Varones que enferman por ser varones, como decía Débora Tajer años antes de proponer una clínica postpatriarcal (Tajer, 2020); varones que constantemente ponen en riesgo su vida, como decía Bonino Méndez (1994)… “Género masculino, número singular”, como titulaba un artículo Inda (1996), todes desde la preocupación por restar al(o) Uno cada experiencia singular de construcción identitaria (de género masculino) en un socius siempre mutante en tensión -también siempre- con sus formas más cristalizadas… Y la invitación a la renuncia a las impunidades de género, que lanzaba provocadoramente Ana Fernández (2000). Invitación que, según algunos estudiosos de las masculinidades, no todos estaban ni estarían dispuestos a aceptar… Vivir cuesta vida, y tanta vida puesta en huir de los devenires minoritarios para ser… Los devenires minoritarios implican renunciar o al menos pausar los privilegios de la hegemonía… ¿Cómo devenir niño, devenir mujer (Deleuze y Guattari, 1994)? ¿Acaso desde los deseos de paridad?

Badinter en aquel texto noventoso señalaba que las grandes crisis de la masculinidad (hegemónica, en la conceptualización de Connell, agregaríamos), siempre han venido de la mano de los desacoples que las women en pos de sus libertades han producido en los formatos estáticos propios de la astucia de la hegemonía: que el feminismo de los sesentas puso el rey al desnudo y al parecer de ese modo se veía menos legítimo en su… ¿señorío?

¿Cómo articular la deslegitimación de ciertas cristalizaciones de poder, con el deseo de producir colectivamente nuevas formas?

¿Cómo acoplar con las voluntades de las masculinidades, en plural, que desean desacoplar-se de los lugares de dominio mientras se desacoplan de lugares de dominio y la pasan mal?

¿Cómo instalar, sostener y multiplicar una ética de la deconstrucción y no (d)el resentimiento?

¿Cómo darnos cuenta de las invenciones en curso y sus múltiples tensiones sin banalizarlas ni atribuirlas a la excepción o a la subjetividad heroica (De la Aldea, 2018)?

¿Cómo construir herramientas para mejor acompañar y pensar y estar a la altura de los tiempos?

Imagen: gentileza del Colegio de Psicólogas y Psicólogos de la Provincia de Santa Fe. De izquierda a derecha: Magalí Fantino (Coordinadora), Sandra Borakievich y Luciano Fabri.
  • Un comentario al margen: Estaría bueno ya no tener que invitar a despatologizar los existenciarios que se afirman en diferencias de diferencias que no remiten a la centralidad fono-logo-falo-hetero-cis-blanca-joven-occidental…

4. De “el sueño de la razón produce monstruos” a “soy el monstruo que os habla”

Nuestras vidas son los ríos

que van a dar en la mar

que es el morir;

Allí van los señoríos

Derechos a se acabar

y consumir

Jorge Manrique (Coplas a la muerte de su padre)

            ¿Puede acaso el subalterno hablar?, se pregunta Paul Preciado en Un apartamento en Urano (2019), cuando cuenta de manera sumamente conmovedora las transformaciones en/de su voz en su decisión de salirse del régimen de la diferencia sexual. Retoma una pregunta que alguien más formuló antes, y la relanza para “hacer hablar” a su subalterno trans mientras fuga de captura en captura, ahora hacia la masculinidad trans.

            En mi biblioteca y bibliografía, enredadas en “mi” trabajo con pacientes, el libro del “monstruo que (n)os habla” de su (un) cuerpo que no es propiedad, sino relación y que subraya que las  identidades que no son esencia (Preciado, 2020), sino relación, está muy próximo a los de Camila Sosa Villada.

            No por casualidad: vienen en mi auxilio a la hora de escuchar, lo mismo las producciones académicas y artísticas. Conozco varones trans que se han encontrado entre estos escritos que visibilizan mundos posibles y vivibles, tanto en la literatura como en la academia.

            Les voy a leer el inicio de El viaje inútil (y sí: leer un inicio al final es casi un voto a la recursividad, y ese, lo mismo que el voto a Lula mañana, es un buen voto):

“Un recuerdo muy antiguo. Lo primero que escribo en mi vida es mi nombre de varón. Aprendo una    pequeña parte de mí. Estoy sentada en la falda de mi papá, tengo una caja de lápices de colores, un cuaderno Gloria de color anaranjado y mi papá toma mi puño y me enseña a usar el lápiz.

También lo ha hecho con los cubiertos y con los vasos. Me enseña a agarrar correctamente las cosas. Una vez que aprendo a escribir las vocales y hago los primeros garabatos sobre las hojas, redobla la apuesta y me enseña a escribir mi nombre: mi primer nombre, Cristian Omar Sosa Villada. …”

(Sosa Villada, 2018)

            Bello, como un sol de medianoche.

            Lo dicho: del ever and ever, nothing, because of el devenir. Y es con y entre otres, siempre.

Notas al pie

[1] Ponencia presentada en la Mesa “Después de la cuarta ola… sobre masculinidades”, en la que participaron Luciano Fabri y Sandra Borakievich, con la coordinación de Magalí Fantino. III Jornada “Salud Mental y políticas en territorio”, organizada por la Delegación General López del Colegio de Psicólogas y Psicólogos de la Provincia de Santa Fe, Segunda Circunscripción, realizada en Venado Tuerto el 28 y 29-10-22.

[2] Profesora Adjunta Ordinaria. Coordinadora del Area de Psicología, Dto. de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Quilmes. Directora del Proyecto de Investigación “Políticas del cuidado y Salud Mental. Experiencias y demandas de colectivos trans-travesti en Argentina” y del Proyecto de Extensión “Grupalidades disidentes y políticas del cuidado”, UNQ.

[3] Bueno… él decía “todos”…

[4] Deleuze,G. by Fernández, A.M. (2007).

[5] A.M. Fernández en diversos textos hace referencia a una sexualidad en clave fálica.

[6] Quien me precediera en la exposición en esta Mesa, Luciano Fabri, señaló que prefiere considerar la Masculinidad como un dispositivo. Coincido con esa idea.

Bibliografía

Agamben, G. (2006). La comunidad que viene. Madrid: PreTextos.

Badinter, E. (1993).  XY. La identidad masculina. Madrid: Alianza. Prólogo.

Badinter, E. (1993).  XY. La identidad masculina. Madrid: Alianza.

Bonder, G. (1984)  «Los Estudios de la Mujer y la crítica epistemológica a los paradigmas de las Ciencias Humanas», en  Desarrollo y Sociedad, Nro. 13, enero de 1984.
Bonino Méndez, L. (1994). “Varones y comportamientos temerarios”. Buenos Aires: Actualidad Psicológica – 210.

Connell, R. W. (1997). “La organización social de la masculinidad”, en  Valdés, T.  y  Olavarría, J. (Eds.).  Masculinidad/es. Poder y  crisis.  Santiago de Chile: Isis Internacional/Flacso Chile. [“The Social Organization of Masculinity”, in  Masculinities  (Cambridge, Polity Press, 1995) 67-86].

De Beauvoir, S. (1962)  El segundo sexo. Buenos Aires: Siglo Veinte.

De la Aldea, E. (2028). “La subjetividad heroica (Un obstáculo en las prácticas comunitarias de la salud). En https://lobosuelto.com/la-subjetividad-heroica-un-obstaculo-en-las-practicas-comunitarias-de-la-salud-elena-de-la-aldea/

Deleuze, G. y Guattari, F. (1994). Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Madrid: PreTextos.

Fernández, A.M. (2000). “Autonomías y deconstrucciones de poder”, en Meler, I. y Tajer, D. Psicoanálisis y Género. Debates en el Foro. Buenos Aires: Lugar Editorial.

Fernández, A.M. (2007). Las lógicas colectivas. Imaginarios, cuerpos y multiplicidades.  Buenos Aires: Biblos.

Fernández, A.M. (2009).  Las lógicas sexuales: amor, política y violencias. Buenos Aires: Nueva Visión.

Guattari, F. (1976). Psicoanálisis y transversalidad. Buenos Aires: Siglo XXI.

Inda, N. (1996). “Género masculino, número singular”, en Dío-Bleichmar, E. y Burín, M. (Comps). Género, Psicoanálisis, Subjetividad. Buenos Aires: Paidos.

Lourau, R. (1975).  El análisis institucional” Buenos Aires: Amorrortu.

Manonni, O. (1969 La otra escena. Claves de lo imaginario. Buenos Aires: Amorrortu.

Percia, M. (1994). Una subjetividad que se inventa. Diálogo, demora, recepción. Buenos Aires: Lugar Editorial.

Preciado, P. B. (2019) Un apartamento en Urano. Ed. Anagrama. Narrativas hispánicas.

Preciado, P.B. (2020). Yo soy el monstruo que os habla. Informe para una academia de psicoanalistas. Barcelona: Anagrama.

Segato, R. L. (2018). Contra-pedagogías de la crueldad. Presentación. Buenos Aires: Prometeo.

Sosa Villada, C. (2018). El viaje inútil. Córdoba: DocumentA/Escénicas.

Tajer, D. (2020). Psicoanálisis para todxs. Por una clínica postpatriarcal, postheteronormativa y postcolonial. Buenos Aires: Topia.

Sandra Borakievich: Profesora Adjunta Ordinaria. Coordinadora del Area de Psicología, Dto. de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Quilmes. Directora del Proyecto de Investigación “Políticas del cuidado y Salud Mental. Experiencias y demandas de colectivos trans-travesti en Argentina” y del Proyecto de Extensión “Grupalidades disidentes y políticas del cuidado”, UNQ.

Esta imagen y la imagen de encabezado son gentileza de Sandra Borakievich.

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