Tamara Kamenszain

Por Rose Marie Guarino

Un nombre, un apellido: letras que se combinan de cierta manera. Algunas combinaciones resuenan más fuerte que otras. Desde ayer (un decir, ayer; desde hace algunos días), ella no escribirá más. Ya no. Ingresó en la etapa del puro recuerdo, recuerdo que aquí, por escrito, se inicia hoy.

Ella sostenía que la poesía no es un género literario, que no pertenece al campo de la literatura, que la poesía es otra cosa. Ayer (sí, fue en un ayer) se mudó a los terrenos de sus letras y ahí es donde habrá que buscarla de ahora en adelante, como hacen desde siempre quienes no la conocieron de otra forma.

¿Cómo se la recordará, aquí? Ella escribió muchos libros, desde estos lares sólo se leyeron algunos. El impulso de búsqueda hizo que se leyeran: Tango Bar, 1993; Historias de amor (y otros ensayos sobre poesía), 2000; La boca del testimonio. Lo que dice la poesía, 2007; La novela de la poesía, 2015, una edición de Casa de las Américas por el Premio de poesía José Lezama Lima, con prólogo de Enrique Foffani (profesor en letras, crítico y ensayista argentino). Fueron leídos hace mucho, como por esos años en los que salieron a la luz.

Se releen hoy para recordarla, esos mismos libros que, como toda lectura, pasan al semiolvido pero dejan marcas, muchas de las cuales no son conscientes. Pero también se releen como quien vuelve a mirar una película que disfrutó tantísimo en otro tiempo, con la curiosidad de saber qué se descubre ahora.

Abre Tango Bar un epígrafe de Delmira Agustini: Ven, oye, yo te evoco / extraño amado de mi musa extraña; hermosa forma de entrar a un libro, a través de esta convocación poética. Luego hay un I romano; más adelante se sabrá que hay un II, y luego un III que se llama Tango Bar (así, en cursiva), corazón del libro homónimo. Trenza sus versos con versos de los otros, poetas tangueros y no. Los trae de vuelta a la vida, aunque descrea: Escribir es igual a pasarse de moda / envejecer en Darío / dejar que se engañen de uno / los otros

Decime quién sos vos. Teresa, Tamara. El lleno sorprendente / de tu nombre colmado / como un vaso en la metáfora vacía.

Nombres. Bajo ese nombre están los versos que perviven, respiran cada vez que son leídos.

Te vas para no volver / amigo muerto en tu infancia / cuando escribir todavía era / una manera de preguntarle a alguien.

¿Era?

es tu memoria la que llora / el atraso de mis recuerdos

Los recuerdos siempre atrasan. En vez de llorar, por qué no seguir recordando. Re-cordar: volver a pasar por el corazón, decía Galeano. Es tan cálido, tan vivo, volver a pasar por el corazón.

La nena del pelito judía / Tamara o Tamar / cómo la llaman / cuando hay que volver

¿Se la espera todavía? Pero hay un cierre en Tango Bar, el corazón de Tango Bar, que es posible volver a pasar por el de cada quién:

En esta agenda muerta / con horas colgadas / de su propia obligación / resumo lo que no hice / releo lo que no escribí / las líneas de enero desiertas / en orden alfabético / 1993 en una filigrana dorada / hasta los bordes de la cita / camino con ustedes sentadas / esperándome. // No me esperen / estoy ocupando el día / trabajo ahora para que pase / hago y deshago en el lleno de mi agenda / una simulación, un empeño // para que nadie diga / mujeres / que vienen y van / juntando en el cero / la explosión de su charla.

Los ensayos de Historias de amor viajan hacia atrás. Desmenuza poetas familiares, parientes del gueto, incluidos los que escapan por un pabellón del vacío. Largo libro para leer a solas, porque «escribir ensayos sobre poesía es siempre relatar la pasión con que los poetas se aferran a nada», porque «Es la prueba amorosa del tokonoma -para Lezama Lima ‘presencia simbólica del vacío en la casa mediante un minúsculo hueco abierto en la pared’- que agujerea las Historias de amor con muerte y con silencio».

Sin embargo, La boca del testimonio, bajo tan contundente título, esconde palabras que, en su momento, a juzgar por las anotaciones al margen, han sido discutidas. No todas, por supuesto. Otras despertaron concordancias. Al releerlo hoy, la discusión pervive y se amplifica. No es malo discutir: es a partir de las dieferencias que surgen otras posibilidades, nuevas producciones, perspectivas no advertidas. Las diferencias con estos ensayos se producen en relación al lenguaje y al sujeto, tal vez porque cada quién carga con las marcas de los campos que ha recorrido, de las experiencias atravesadas en esos campos.

Pero volviendo a la poesía, con esta novela de la poesía que ha reunido tantos de sus poemas, de tan diversas épocas, qué difícil se hace decir algo. Porque se quisiera repetir el libro entero, pero para eso está el libro. Porque Para armar un libro hay que hacer / como las modistas que cosen / siempre del lado de adentro Así armaba ella sus libros. En el campo sin límites de la mirada / verde sobre verde avanza el paisaje de todos / todos cuelgan sobre ese horizonte la esperanza de estar vivos / somos una muchedumbre abatatada // Mi duelo, lo que estoy viendo / será de aquí en más este verdor que te dedico / Hoy florecen en las copas de los árboles todas mis raíces.

Imagen de encabezado: PH Sebastián Freire

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