Venado Tuerto

Nadie sabe nunca lo que se resuelve en la pampa

Texto introductorio por Rose Marie Guarino

¿Cómo se construye una identidad? ¿Tiene que ver con las raíces? Nicolás Bourriaud contrapone la «radicalidad» del modernismo, que a lo largo del siglo XX no hizo más que asentarse y crecer a partir de la raíz única, evitando cualquier desvío, al arte «radicante» del nuevo siglo, que hace crecer sus raíces a medida que avanza, con una «forma-trayecto». En palabras de este curador, crítico e historiador del arte francés:

Ser radicante: poner en escena, poner en marcha las propias raíces en contextos y formatos heterogéneos, negarles la virtud de definir completamente nuestra identidad, traducir las ideas, transcodificar las imágenes, transplantar los comportamientos, intercambiar en vez de imponer. ¿Y si la cultura del siglo XXI se inventara con esas obras cuyo proyecto es borrar su origen para favorecer una multiplicidad de arraigos simultáneos o sucesivos? Tal proceso de obliteración pertenece a la condición del errante, figura central de nuestra era precaria, que emerge y persiste en el seno de la creación contemporánea.

Radicante, Nicolás Bourriaud, Adriana Hidalgo ed., Buenos Aires, 2009.

«Componer, escribir, ensayar, errar, errare, errancia», propone Mónica Muñoz, haciéndose eco de estas palabras por venir, en el Dossier «Nadie sabe nunca lo que se resuelve en la pampa», que había salido con la revista en papel Alas Nº5, allá por el 2008, y que buscaba construir un relato sobre la literatura de Venado Tuerto. Ahora lo volvemos a publicar, de manera completa, en nuestra revista digital, porque consideramos que no ha perdido vigencia. Pensamos que resulta actual justamente porque ensaya esta forma-trayecto que dibuja Bourriaud, forma rizomática que va echando sus raicitas a medida que avanza, que abreva en distintos charcos, que construye en capas con sedimentos que rescata de diversos campos.

Errar, derivar por lugares inhóspitos para indagar con dedos curiosos en la herrumbre de los tiempos. Leer en las opacidades erróneas, en este «Paraná para nada azul», como resuena fuerte en la poesía de San Esteban. Venado Tuerto, sí. Pero Venado Tuerto como caja de resonancia de identidades que cada quién va fabricando en sus devenires retorcidos, recreándose con alquimia cada vez, incluso en los lugares que visita sin mover su cuerpo del sitio en el que se encuentra y que, sin embargo, dejan una impronta nueva.

Nadie sabe nunca lo que se resuelve en la pampa

Escribe Mónica Muñoz

Un Género culpable. La práctica del ensayo: entredichos, preferencias e intromisiones. Eduardo Grüner. Homo Sapiens Ediciones 1996.
Rizoma. Gílles Deleuze, Félíx Guattarí.
Ediciones Coyoacán – 1994.

Construir un relato acerca de la literatura de mi ciudad, Venado Tuerto, me ha llevado por diferentes caminos, dichos, géneros, entredichos. Me convertí -sin quererlo- en una intrusa. Una entrometida en las palabras de los otros, en sus bables, en sus vidas. Toqué timbres y estornudé entre hojas amarillas. Fui bendecida por las actitudes solidarias de muchos que me acercaron libros, relatos, material para investigar, palabras de estímulo, apoyo económico. Tampoco me faltaron -ni me faltan- buenos profesores, guías críticos en la construcción a los que por supuesto agradezco y libero de responsabilidades.
Componer, escribir, ensayar, errar, errare, errancia. Cuál si no la condición de la escritura, de la creación literaria. Un constructo conteniendo muchas líneas subterráneas, inadvertibles a simple vista o, mejor dicho, a simple lectura. Materia pura para construir otro relato, futuro. Cuento de nunca acabar.
Hoy acerco en este dossier un esbozo, un breve fragmento de la composición del mapa construido. Un ensayo que reconoce la pretensión de final para volver a constituirse en una nueva y futura escena literaria. Cuento de nunca acabar.
El ensayo alienta el pensamiento por venir, la palabra que necesita aparecer. Esa palabra que pertenece a la comunidad, al lector que continuará el relato cuando cierre el libro o cuando repita el gesto de pensar en el instante en que abandone la letra escrita para distraerse en un recorrido propio. Y así -sin querer- crear un nuevo gesto literario.

«El ensayo pues: su diferencia con la ‘ciencia literaria’ es que no se propone, al menos a priori, restituir ningún origen ni el Autor, ni el Código, ni el Sentido- ni tampoco anticipar ningún Destino, sino constituirse como testimonio de ese acontecimiento por medio de la escritura». (1)

La mirada sobre la letra escrita bajo el influjo de una determinada territorialidad arma un mapa de entradas múltiples, trama heterogénea con increíble -imposible de prever- cantidad de enlaces y derivaciones, una composi-ción que crece, no se sujeta a ningún encadenamiento fijo, que tiene sus líneas de fuga, movimientos de desterritorialización y de desestratificación. En nuestro caso, tomando la producción literaria de Venado Tuerto -provincia de Santa Fe, República Argentina- de autores nacidos o que eligieron este lugar para vivir, o bien que emigraron de él en algún momento, voy armando un mapa literario con un modo de mirar que reconoce en el trazado rizomático una forma constitutiva genuina en tanto trama configurada con sus planos, conexiones múltiples e impredecibles. Trama que por sí misma elude clasificaciones, genealogías en el sentido de árboI. Que se advierte con sus planos, conexiones, heterogeneidad, como eslabones semióticos conectados a otros: «un eslabón semiótico es como un tubérculo que aglomera muy diversos actos, lingüísticos, pero igualmente perceptivos, mímicos, gestuales, cogitativos». (2)


Siempre en la búsqueda de un análisis de los gestos literarios vinculados con esta tierra que no se cierre sobre sí mismo, reduciendo su ser, su aparición y sí promoviendo su lectura y actualización. Análisis que respeta el profundo sentido de lo literario, discurso que siempre dice más … «la literatura dice lo que dicen otros discursos pero dice más» … «Lo literario es el enunciado que también resiste las puestas discursivas y los dispositivos de los arcaísmos y de las novedades, de los aparatos de equilibrio de los niveles discursivos, de las concretizaciones dóxicas y de los estereotipos sociales que aparecen como exceso de la significación que tarde o temprano operará contra la hegemonía discursiva» (3). Entiendo por gestos literarios a todas las manifestaciones escriturarias que aparecen motivadas por cualquier estímulo o suceso en distintos territorios (político, social, económico, geográfico, etc.) pensándolo en el mismo sentido que promueve Nicolás Rosa cuando plantea en Usos de la literatura: «todo, a la postre deviene letra, desde las charlas de sociedad, los registros parlamentarios de lo político hasta las formas de los rituales ciudadanos. Todo deviene literatura»
El mapa literario compuesto para este dossier contiene omisiones que no deben asociarse con la idea de exclusión. Primero por la natural imposibilidad de conocer y decir, referenciar toda la caudalosa y plurivalente producción literaria existente al presente. Segundo por tratarse de un dossier con un espacio físico limitado. Pero además, porque en el mismo carácter enunciado al principio de este trabajo en la idea misma de ensayo-rizoma habita la imposibilidad de finalización, de conclusión, y el tejido reticular reconocible en la lectura sólo admite suspensión para así dar lugar a nuevas, valiosas y múltiples lecturas-escrituras.
Existe en el análisis y las interpretaciones del material literario cuidado, amor, respeto por los autores y su obra; una intención de sumisión ante la letra que puede pensarse en los términos de Eco cuando nos habla de interpretar: «alineémonos primero con el esclavo. Es el único modo de llegar a ser, si no amos, al menos sirvientes respetuosos de la semiosis». (4)

La letra de la sangre

A continuación expongo, en forma hilvanada, tres textos:


1) Parte de guerra de una batalla sangrienta sucedida en las cercanías del fortín Loreto, de diciembre de 1838, confeccionado por el Comandante Juan Pablo López.
2) Fragmentos del poema narrativo Cantata del Sur Santafesino de la poeta venadense Mirley Avalis, editado en el año 2005.
3) «Poemas de la tierra» pertenecientes al libro El fuego Inteligente de Ricardo San Esteban editado en 1988.

El parte de guerra se transcribe completo, en forma textual, y pertenece al libro, editado en el año 1933, Reseña de Venado Tuerto de Eduardo E. Huhn, un inmigrante alemán que se radica en nuestra tierras en 1889.
Eduardo E. Huhn, respondiendo a un mandato de la Honorable Comisión de Fomento, investiga para determinar la fecha de fundación de Venado Tuerto «…a los efectos de que pueda determinarse el día exacto en que deba celebrarse el próximo cincuentenario del mismo» (5). Finalizada su investigación el 13 de noviembre de 1932 pone a consideración de un grupo de vecinos los resultados «para estudiar y deliberar acerca de la fecha de fundación de Venado Tuerto» (6). Y luego, ya en 1933, edita Reseña de Venado Tuerto, primer relato histórico cronológico sobre nuestra ciudad, editado en formato libro en la Imprenta Amorrortu de Buenos Aires.

En una intención de transformación, progreso nacional, se acicala con crueldad nuestra pampa argentina, mediante guerras, exterminio sistemático de indígenas, apropiándose de sus tierras y reduciendo a su mínima expresión a los pueblos originarios. Había que borrar del mapa a los salvajes que asolaban la campaña. Estas acciones generaron escritura como se verifica en el parte de guerra que se transcribe y, mucho después, literatura, como es el caso de los poemas de Avalis y San Esteban. Es la sangre de los caídos la que habla en la producción de estos autores venadenses. Es la poesía -en este caso- la que todo el tiempo actualiza lo ocurrido, impide el olvido habilitando el conocimiento y la reflexión de las generaciones posteriores.
El exterminio indígena está hablando todo el tiempo y en distintas formas recuperado por autores locales -narradores, historiadores, poetas y ensayistas-, ya que es vastísima la producción literaria al respecto siendo materialmente imposible referirlo todo en este dossier, por lo que pongo en esta escena parte de la poética de estos dos autores, prolíficos investigadores a su vez, que escriben en distintos registros y géneros. Mirley se radica en nuestra ciudad y aún sigue escribiendo preocupada por las cuestiones de la tierra y nuestra hiscoria, habiendo configurado una valiosa obra entre poesía, prosa e historia que lleva la poco habitual cantidad de cincuenta libros editados desde 1960 a la fecha (ver ficha técnica).
Ricardo San Esteban, habitante por bastante tiempo de nuestra ciudad, reconocido nacional e internacionalmente por su producción literaria, creador allá por el 55 de la revista literaria Elipse, refiere «…comienzo a reflexionar y pienso en una poesía que sin ser burda, sin ser una cosa chabacana, registre los tonos de voz de nuestro pueblo» y más adelante, en el mismo reportaje: «Ha cambiado (se refiere a su poesía presente) es una poesía más cercana a las raíces telúricas nuestras buscando la tradición que existe desde mucho tiempo atrás, sin desconocer lo que pasa a nivel internacional, las corrientes nuevas y este florecimiento de la poesía nuevamente» (reportaje de la autora editado en la revista Juglaría Nº10. Ver ficha técnica del autor).


(1) y (3) Usos de la literatura. Nicolás Rosa -tirant los blanch libros- Universidad de Valencia. 1999. (2) Rizoma. Gilles Deleuze, Félix Guattarí. Ediciones Coyoacán. 1994.
(4) Interpretación y sobreinterpretación. Humberto Eco. Cambridge University Press. 1995.
(5) y (6) Reseña de Venado Tuerto. Eduardo E. Huhn. Amorrortu. 1933.

Palabras del Comandante López


Al gobernador propietario de la Provincia. ¡Viva la Federación! Rosario y Diciembre 25 de 1838. Año 29 de la l.ibertad, 23 de la lndependencia y 9 de la Confederación Argentina. AL Exmo. Señor Gobernador lnt Comandante Gral de Armas, Coronel D. José Ramón Mendez.
«La fortuna hasta hoy presede mis pasos, y en los campos del Fuerte Loreto hemos recojido el 22 de éste a las 2 de su tarde los laureles de la victoria escarmentando a los Bárbaros del Sur de modo ejemplar.
Están vengadas las víctimas inmoladas por el bien de su Patria el 11 de Nob» ppdo en el Hinojal. El 18 del corriente como a las 8 de la mañana fui instruido por repetidos avisos que los Salvajes en número de mas de 1000 hombres habían invadido nuevamente este Departamento en tres trozos o divisiones de los que uno se dirijió sobre la costa del Carcarañal, otro por las Chacras y el último por el punto de la Orqueta, y que no solo asolaban la campaña llevándose como un torrente , con la impetuosidad que acostumbrnn cuantas haciendas encontraban, sino que dejaban en pos de ellos, la desolación, el espanto y la muerte. En tal conflicto dicté mis órdenes con la rapidez que reclamaban circunstancias tan apuradas, y a las doce me hallé en aptitud de marchar, como lo hice. Tal era el entusiasmo, ardor y decisión de todos los hombres. Forcé mis marchas y después de haber sufrido una horrible tempestad de viento y agua copiosísima, llegué el 20 a la Guardia de Melincué, cuyo comandante capitán D. Juan Ugarte arrebató con una pequeña partida, doscientos caballos que tenían de reserva los Bárbaros en la Laguna de los Leones.

Emprendí de allí mi marcha el 21, y en las inmediaciones del Pedernal, me reuní al Coronel D. Ilario l.agos, que desde Roxas había venido en mi auxilio con cuatrocientos veteranos y cien milicianos. Seguimos marchando con
todas las precauciones que dictaba la prudencia militar, y el 22 como a las once de la mañana se me avisó por mis exploradores, que los enemigos se avistaban y observaban reunidos en las inmediaciones del Fuerte Loreto.
En su consecuencia el SEÑOR Coronel Lagos con su división marchó con el obgeto de ganarles la vanguardia y cortarle la retirada como lo verificó franqueándolos por su izquierda.
Yo por el frente dividí mis fuerzas, que contaban como de cuatrocientos milicianos, en dos divisiones, la de la derecha al mando del Sargento mayor Comandante de este Departamento D. Ramón Sovayre y la de la izquierda al
de la misma clase D. Pedro Pablo Moreyra; y a un mismo tiempo se cargó con la mayor intrepidez y denuedo a los bárbaros que parecían dispuestos y decididos a hacernos frente; mas volvieron caras, y huyeron vergonzosamente a la vista sola de nuestro uniformes movimientos, y entonces se les persiguió y acuchilló en todas direcciones, por más de tres leguas. El resultado de tan brillante y feliz jornada ha sido, el arrancar del poder de los Salvajes el inmenso número de haciendas de todas clases que habían robado de nuestra desgraciada Campaña, matarles al Cacique Quiñimay, al Capitán Andrés Quiñimay, más de 100 Indios, y entre ellos varios Cristianos, tomarles siete prisioneros, rescatar los infelices cautivos que llevaron y escarmentarlos ejemplarmente. Siendo sensible que el pérfido y traidor unitario Baygorry que los capitaneaba según declaración conteste de los prisioneros, se salvase por la bondad de su caballo, y se evadiese del castigo a que es acreedor por sus maldades y por sus horrendos crímenes. Por nuestra parte hemos tenido un sargento y un Soldado muertos de la división de Buenos Aires y tres heridos; y de nuestra milicias, un cabo y un soldado del nùmero de los primeros, y diez y seis de los segundos; pero levemente: entre ellos el Capital D.Santiago Cardozo y el Ayudante D. Estanislao Cevallos. Tengo la mas singular complacencia al ver coronados nuestros esfuerzos, cumplidos nuestro votos y satisfecho el obgeto de mis sacrificios; por que indudablemente esta accion ha llenado de espanto y temor a los Barbaros, producirà
consecuencias muy felices y serà por consiguiente muy fecunda en resultados.

El valiente Coronel D. llario Lagos merece la gratitud eterna del Pueblo Santafesino a quien como V.E. felicito por el triunfo y gloria de nuestra armas. No son menos dignos de nuestro reconocimiento y consideración, los Soldados, Gefes y Oficiales de ambas divisiones, por la bravura, entusiasmo y vizaria con que se han vatido.
Dios guarde a V.E. m.s a.s. Yn Pablo Lòpez.
El Ofic .. 1 Mayor Intª de Gob.Calisto de Vera.

Es copia fiel de su original que obra en el Tomo 7 del Archivo de Gobierno años 1837-1838 N-5
Notas del Gobernador Propieta,io de esta Provincia paginas 8 y subsiguientes. Es copia fiel F.G.Barreco.

CANTATA DEL SUR SANTAFESINO- Mirley Avalis

I

Primero fue el silencio
que en soledad, tejió la pampa.
Un desierto de verdes soledades reptaba por el llano del hinojal salvaje
donde cada mañana aquel rocío
era un llano de lunas solitarias.

El aire era un pañuelo
con aroma a mística comarca:
arriero solitario sin destino,
guardián de sombras y de estrellas mansas.

Aún era una tierra sin pólvora ni acero,
sólo contaminada de azul y platería
una doncella desnuda y pudorosa
bajo la luz de las Tres Marías.

Aún era la tierra prometida
con secretas raíces y altivas cortaderas. Mansedumbre tan honda permitía
oír de Dios marcando huellas
para el ángel de la provincianía.

II

Después fue el hombre.


Los pampas primitivos
dejaban la impronta de sus pasos
cuando el tiempo encendía
la hoguera fugaz de los ocasos
y el siglo XVIII, en filoso horizonte
vagaba su agonía.


Los días se ahogaban de misterios,
territorio sin pájaros ni canto,
ñandúes y venados huyendo de las flechas,
noches de shamanes y extrañas rogativas
y sus muertos untados de colores
como una señal de perpetuar la vida.


Pero un día de fatídico destierro
los pampas cambiaron sus caminos
buscando otros predios venturosos
para rastrillar olvidos.

III


El siglo avanzaba por líneas de fortines;
Areco, Pergamino, Mercedes, Melincué. Desde el Carcarañá, el Gamonal, La Horqueta.


El indio en su coraje, arriaba lo robado;
botín tan codiciado, festejaba.
Aquel festín en la laguna Los Leones,
aquella orgía de alcohol en el Loreto
fue un intento torpe, equivocado
que el blanco aprovechó para ganar partida. Manuel Baigorria, el estratega,
del ranquel, coronel unitario,
más ranquel que ninguno entre ranculches esta vez había fracasado.


Los cien cuerpos oscuros habitados de muerte enfriaban la noche.
Desde el sur el aroma del hinojal hollado,
un olor a fracaso rociaba cada herida.
Un vaho gris humeando sobre el pasto
y un torrente de lanzas ya rendidas.


Andrés Quiñimay, capitanejo,
Cacique Quiñimay, ya no hay regreso.
l lan quedado los ojos ele los muertos mirando hacia otra vida,
donde cada estrella vela por un hombre descendiente criollo o raíz india.
Cada uno llevando su secreto
ignorando el destino del surco y la semilla.


No hubo una cruz de homenajes a esta memoria. Ranqueles y soldados, hermanos y enemigos en la verde pasión del sur santafesino.


V

La lucha ensombrecía la esperanza.
En cañada del Monte, prisioneros,
Painé Guor, Mariano Rosas,
doblegaban su arrogancia de caciques. Oscuro se teñía el horizonte,
lejos los toldos y cerca la tristeza,
frías las lanzas de fiera arremetida
y fangosos los días de la espera.


¿Por qué huecos oscuros vagarían
tantos odios de tantas dinastías?
¿Qué sería del Gran Guor sin jefatura
perdida en la lejana toldería?
Rastrilladas oliendo a sudor de soldadesca,
la pampa codiciada con ojos de malicia silencios que sangraban en míseros fortines por el juego feroz de la muerte o la vida.


No aprieten más gatillos ni hagan silbar lanzas, no obliguen a la sangre a entregar coraje
ni arrojen en funestas hondonadas
la libertad del indio y del soldado
por tantos condenada.

Y los días presagiaron historias;
El Zapallar, Loreto, Guardia de la Esquina bajo del Pedernal, Estaqueadero,
el temible Pincén rompiendo líneas.


A degüello de sable y a degüello la lanza Emilio Mitre con su ambición perdida; Baigorria, Yanquetruz, Epugmer Rosas, cacique de la Celeste Dinastía.


Crecían refriegas para sumar batallas;
la tierra regada de melancolía
y ese sueño de lluvias y cosechas
no sería posible todavía.


Vl


Los malones se iban apagando.
Marchaba el indio hacia otro territorio
y el soldado en su frío desamparo.
Fue entonces que el baqueano Pablo Bargas oyó llorar los pájaros
por el dolor de la palabra «hermano»
que se negaba en la cruz de aquel desierto de Ancalú, Salinas Grandes, La Picasa entre osamentas, lagunas, soledades
y en Médanos de Acha, la soledad del llano.


Y fue así ..
que cubiertos de polvo y de cansancio llegaron las carretas.
Al desnudo el pecho de los gringos
y en extraños baúles, la esperanza secreta…


Indios y criollos al ver la caravana,
algo les dijo el corazón urgente;
en unos la duda era la llaga,
en otros, tal vez, trébol de suerte.

Malones lejanos y dispersos
y mangrullo de voces apagadas;
ya se habían detenido los galopes
y en los pastos las lanzas oxidadas.

fue entonces cuando el chasque del Hinojo tuvo un sueño en aquella madrugada:
vio un indio detenido en el espacio
que hacia el cielo llevaba su mirada
y en su oscuro pecho color cobre,
el corazón rezaba.


Sólo colgaba una lágrima del aire, credencial de tristeza por la raza ultrajada; un silbo quejumbroso de lenta despedida y una lenta elegía de calandrias.

Sudoroso el chasque despertó del sueño, lejos vio al indio pelrdido en lontananza
y no fue más que un punto opaco
hasta desvanecer en la distancia. Entonces galopó hacia el sur para buscarlo pero se ahogó en el silencio de la nada.

VIII

El indio no dejó sellos de azadas
ni documentos de espigas;
escapulario rebelde colgando de su dolor de siglos y de espinas.
Sólo galopes y silbar de lanzas quebrando el viento
la triste realidad de aquella raza.


El soldado marcó a fusil
la línea de frontera;
muchas muertes
robaron la sangre de las venas
regando tanta tierra con tantas agonías. Enredos de chuzas y de pólvora oscureciendo el aire de la vida.

POEMAS DE LA TIERRA- Ricardo San Esteban

I
fuimos
hijos del mar y de yndias

del acoplamiento de chinas deste sitio
con bravos y peludos porqueros

hijos
de maringotes violadores
y de doncellas desnudas del guayrá

quien esto dice y sostiene
vuelve de los barrancos
de allá en el quiloazas

bnuñida es la armadura que me cubre

es un peto de yuyo colorado
una celada de maleza invasora
una lanza de caña

igual nos lastimaron
las sabandijas de la tierra
voto al chápiro
nos lastimaron
los yacarés e insectos
las maniguas y esteros

pero más nos hirió el mayorazgo
el reyno
la traición

os habla una estantigua
que nació allá por el milquinientos
en este poro de la selva

un mancebo que vino
para abrir puertas a la tierra
buscando lo seminal de su aire

recuerdo
allí estaba la venta
en aquellas esquina bebí mis medio azúmbares 
y escuché consejas

aguardé carretas que venían
de ciudades nubladas donde se contaba de los 
césares

y cuando la luna ardía
de cabezas de búhos
y chumbaban los perros
nos mataron

sangró desde aquel día
el quebracho
el ceibo
y el paraná ya para nada azul

hay tráfico en santa fe la vieja

ando sin sepultura
sin memoria de ustedes

los follones
mataron mis mancebos
y aún hoy os dominan

no dejéis de estos huesos
una ceniza inútil
porque mi carne viene en los trigales
y el mi cuerpo en rocío

comprended la violencia
que tiene la tierra en estos sitios.


II
iba con las primeras luces
aquellas que no son ayer ni todavía mañana

iba

un aire diferente envolvía mis manos
un aire como a través del horizonte

el lucero se apagaba en rocío
a la hora en que tocaba yo
la seda virgen de la aurora
mientras los portones del este
encendían el teatro

miraba el ciclo conociendo sus dentros
 colocando mi ojo en infinito

el alba
una escalada
quemaba mi sangre en sus candiles

vieras el campo dando a luz
sus pastos y gorriones

y en la mañana ya
caminar por esas rompientes de rocío
que nos bañan las ingles

agua y luz mixturadas
con los críos del ciclo
esos pájaros
que las tropillas secuestran en sus grupas

hace años creí que su amor me llegaba
en campos y animales

que la naturaleza me era propia

en esas mojaduras se me hacía
que mi destino
trataba con el trigo
de invadir los espacios

no quiero ahora recordar
que me desalojaron
no quiero pensar en los destierros

en esas lejanías privadas
donde los hombres se hundieron

quiero sólo recordar
aquella mi primera comunión de centauro 
en la planicie atenta

galopaba los campos anegados de trébol
 con aquel parejero
donde los atolones de hormigas y cardos
 peleaban por la propia

en aquella pampa que se toma milenios
en la preparación de alguna huella
y deja su herradura en los soles pisoteados

galopaba pues

detrás del horizonte
yo mi caballo y más nadie

los corcovos
que removian el pasado
desde el cabeza amarga y baigorrita
hasta boleadas en el zapallar y en melincué 
(toda una historia)

el bellaco quería desmontarme

yo me aferraba sus crines
prendido a lo chuncaco

el zaino removía su oreja
al ver a sus laderos
imprudentes madrinas
baguales a pura dentellada

yo sentía como sienten los pastos
a lo ancho
entre coces y sudores y llamaradas del pelo zaino 
que amenazaban propagarse

patas que rompían las luces en el lodo
velay los fletes
con sus coces sanguíneas
la línea de sus cuellos en disturbio

galope caballo galope caballo
caballo caballo caballo

en la carrera
toda la tierra me cascoteaba con insectos
hasta llegar
donde termina la lluvia
y bajo lo grueso del arco iris

donde las mariposas me esperaban
para salir al aire

y el viboreo
las costaladas
el rodar ente los sorgos

caímos en medio de abrojos
en mitad de sus estrellas ásperas

un destello borgoña en los ijares
mi caballo
sus tendones en oleadas nerviosas
cuando de pie otra vez
salvábamos la rosa de los vientos

no desmintió su sangre
hundiendo el casco en el último empaque

corazón de caballo
corazón el mío
dos puntos hacia los universales desfondados

un caballo un caballo un caballo.


IX
pero hay que ver al hombre sobre su distancia
protegido por el acrilico de la noche

el hombre transparente
parado sobre la pampa

traspasadas su venas
por la extensión
y su intención de libertad

nadie sabe aún
lo que en la pampa se resuelve

eso que termina
por estar más en nosotros que en ella

el lado abierto para que los truenos 
rueden hacia el mar

el coral abierto para que los potros 
chospen con el frio

el espacio abierto para que el hombre 
gane su libertad

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